martes, 13 de enero de 2009

Sobre necesidades, dependencias, adicciones...

Reflexionando sobre dependencias, necesidades, adicciones…se entremezclan las ideas y me resulta difícil elaborar un discurso coherente. Habría premisas que podríamos defender con más o menos contundencia, en las que podemos llegar a establecer acuerdos. ¿Es posible afirmar que toda necesidad crea una dependencia? Tal vez sí... ¿no? Aunque no puedo dotarme del mismo convencimiento cuando relaciono dependencia y adicción.
Podemos decir, tal vez, que toda adicción tiene su origen, su base, en una dependencia de la que no podemos prescindir. Pero, de ser así, la necesidad que el cuerpo tiene de ingerir agua sería una dependencia de la que no podemos prescindir. Y a mí no me pinta bien decir que el hecho de ingerir el líquido elemento cotidianamente pueda clasificarse como adicción. No me resulta fácil organizar las ideas.
¿Qué tal si empezamos por aclararnos con el término necesidad?...Entre las acepciones que contempla el diccionario de la RAE nos encontramos con las siguientes, que selecciono y de las que parto:
1) Aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir (¿?)(¿No sería ésta una definición válida para el vocablo “adicción”?)
2) Carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida.
Contemplando estas posibilidades sería conveniente hablar sobre distintos tipos de necesidades. Lo que comúnmente conocemos como “necesidades básicas” y otras, adquiridas, creadas, derivadas de otros intereses y/o impulsos. Consensuamos pues que hay necesidades de distinta índole o categoría.
Pero ¿Qué se entiende por “necesidades básicas”?... Echamos un vistazo a cualquier documento en el que éstas aparezcan mencionadas y se hará referencia a cuestiones como la alimentación, el vestido, la vivienda, la salud, la educación…Aquéllas que sustenten funciones vitales que contribuyan a la supervivencia no deberían ser consideradas como adicciones. O sí. Si la primera acepción referida al término “necesidad” la consideramos aceptable para definir la palabra “adicción”, vocablo que tal vez debería consultar para ayudar a resolver las dudas que me surgen partiendo de supuestos en la concepción del término que pueden ser erróneos. Sigo, no obstante.
Al margen de lo que consideraríamos “sustento de funciones vitales”, podrían empezar a aparecer dependencias fruto de necesidades de segundo orden, que nos creamos para darle gusto al cuerpo y al alma (esto da para mucho... ¿no podrían algunas de éstas ser clasificadas en el grupo de “necesidades básicas”? Lo dejo para otra ocasión…). Y en esa medida podemos generar gusto por las artes, la gastronomía, los deportes…por enumerar algunas. La satisfacción gustosa de este gusto puede llevarnos a una dependencia imprescindible que acabe convirtiéndose en adicción.
Hay otras dependencias que nada tienen que ver con la supervivencia o con el gusto por determinados placeres. Son aquéllas que nos caen encima. No derivan de nuestras necesidades sino de las que otros tienen de nosotros mismos. Esas dependencias son las que pueden ir minando nuestras propias cotas de independencia. Sobre esto ya se ha escrito en otro texto anterior.
Y dejo para el final la dependencia que surge como consecuencia de una de las necesidades del alma que no recogen los documentos oficiales, ni forma parte de la materia curricular en el ámbito de la educación. Me estoy refiriendo a la necesidad de amar y sentirse correspondidos. Esta necesidad sí puede ser considerada como “básica”, en la medida en que es fundamental para mantener el ánimo de vivir, contribuyendo de manera notoria a sobrevivir, incluso en situaciones precarias. La frase “contigo pan y cebolla” define la situación de hipnosis, de enajenación mental en la que nos sume el enamoramiento. De esta dependencia emocional no nos libra ni dios. Más bien es una jugarreta que un dios nos juega. Eros disfruta viendo como, en esta materia, llegamos a extremos a los que nuestra razón se opone y acaba siendo aplastada y hasta indignamente vencida por la otra cara de sí misma, elaborando silogismos en falso y razonamientos donde la sinrazón es el fundamento, con el único objetivo de justificar nuestra indiscutible adicción al amor.

7 comentarios:

belijerez dijo...

Querida Karen; ciertamente argumentas con exquisitez. Incluso cuando haces aluciones a dios. Me gusta mucho leerte, realmente si.

Respecto al enamoramiento estoy de acuerdo, yo siempre dije que no me había enamorado nunca. Para una vez que me enamoro pierdo la razón y me enamoro de alguien cuya razón anda perdida.

Por cierto qué te parece la necesidad de sexo ¿tiene que ver con el amor? ¿Por qué la necesidad de sexo? ¿puede convertirse en una necesidad vital?

Karen Dinesen dijo...

¿El sexo...? Necesidad para sustento de una función vital. En nuestro caso, creo, cercenada o incluso mutilada por una educación en la que el sexo estaba condenado al destierro. Por lo que algunos ni siquiera sabían de su existencia. Cuando pasado el tiempo salió de su exilio, a la necesidad se le reprodujeron las partes amputadas como a las lagartijas los rabos. Y toda el hambre acumulada pasó a ser saciada ejerciendo con gula la lujuria.
Pero, Beli,en esto del sexo, como en otras funciones vitales, ocurre que no todo el mundo lo necesita en la misma medida. Hay gente que es de "poco comer", que se dice. Y otra que vacía el frigorífico en un momento si el estómago lo admite.De lo que no tengo duda es de que nadie, en condiciones saludables,prescinde de cubrir la necesidad con la ración que el cuerpo le pide. Eso sí, si puede y como puede.
Y si el plato que le ofrecen es su plato favorito, hasta el más austero puede tomarse la licencia de pegarse un atracón.

¿Tiene que ver con el amor...? A veces sí y otras no.

belijerez dijo...

Gracias Karen, me gusta perspectiva.
Yo a menudo tengo "hambre" pero no encuentro la persona adecuada.
Pienso que mi "hambre" no tiene que ver con el amor, es una necesidad vital simplemente.

La verdad que esta segunda adolescencia es trepidante.

Besitos. Sigo leyendote.
¿te gustaron mis fotos? me las sugeriste en mi meroia al nombrar el valle del Roncal, disfruté mucho en el 2006 por esa zona.

belijerez dijo...

...me gusta tu perspectiva....

belijerez dijo...

uyssssss. quiero decir ...mi memoria....
jajajaj las prisas.

Karen Dinesen dijo...

Beli, fíjate que dudas si tu "hambre" tiene que ver con el amor, aunque más bien crees que no. Sin embargo, añades que "no encuentras a la persona adecuada". No te sacia cualquier cosa. Eso no es hambre. Es glotonería!
Ahora, fuera de bromas Beli, cuando se necesita a alguien "especial" es porque una busca en ello algo más que dar satisfacción a una necesidad vital. Somos así...Queremos convertir el "polvo" en un acto de amor. Aunque sea un acto de amor aislado y no exista amor en la relación.Cambio de tercio.
Claro que me gustaron tus fotos, Beli.Me encanta toda la zona norte de Navarra, Aragón y Cataluña. Tuve la suerte de visitarla en un par de ocasiones de vacaciones por el Pirineo aragonés y el catalán.Recorrí valles y montes a pie, en la medida de mis posibilidades,en rutas preciosas y
sin grandes dificultades.

belijerez dijo...

Querida Karen: De vez en cuando tú te vas a la nube (parece que en vacaciones, posiblemente cuando tu pensamiento se siente al libre albedrio)yo me voy a pisar tierra durante una semana a la sierra norte de Sevilla a "meditar".

Me voy hacer meditación Zen, fuera del mundanal ruido y de internet. Te dejo un poema que alguién me dedicó y mis pequeños haikus. Espero tus comentarios y tus textos cualdo vuelva.
PD: Alguna foto traeré para publicar.