viernes, 27 de marzo de 2009

"MI TÍO"

Hoy estaba haciendo un comentario en el blog de Luis Simón y se entrometió “mi tío”. Ya os he dicho que, aunque tuve más tíos sólo éste se ganó la exclusividad del posesivo. El resto son el tío Pepe, el tío Tante… Sin embargo, Joaquín es “mi tío”. Influyó de forma decisiva en parte de lo que yo pueda ser hoy.

Él fue quién hizo llegar hasta mí aquello de “no es más feliz quién más tiene sino quien menos necesita”. Me enseñó a multiplicar con la tabla de Pitágoras y me hizo entrar en “Fantasía” llevándome al cine mientras me apuntaba, discretamente en voz baja, “esta música es del Cascanueces ”, cuando aparecía en pantalla el genial baile de los hipopótamos. O, “escucha, ésta que suena ahora es el Vals de las flores”…Al salir del cine ibamos a casa tarareando las melodías.

Había un programa radiofónico en mi infancia, cuya sintonía era la Marcha triunfal de la Ópera “Aida” de Verdi. También me llegó gracias a él. Cada vez que sonaba, él preguntaba: ¿Qué es lo que suena? A lo que yo respondía siempre, una y otra vez, según él me había indicado.

Me enseñó el Himno de Riego, La internacional y La Marsellesa.De ésta decía que, además de gustarle musicalmente hablando, era un símbolo de libertad: “Allons enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivée”. Hoy me pregunto cómo podía saber la letra y pronunciar a la perfección, cuando nunca tuvo acceso a aprender el idioma. Aún estoy a tiempo. Lo haré la próxima vez que le vea.

Durante las vacaciones de verano me llevaba con él a su lugar de trabajo. Yo llevaba cuentos para leer mientras él también leía aprovechando aquellas largas mañanas en la “oficina de telégrafos”, esperando que sonase alguna vez el teletipo. Pocos telegramas llegaban al pueblo entonces. Alguna felicitación de boda o cumpleaños, algún que otro pésame…A lo largo de la mañana podía hacer su aparición el Jefe de la oficina, impecablemente vestido de traje (mi tío llevaba un uniforme gris aunque jamás se puso la gorra de plato) e intercambiaba algunas palabras con él sobre las incidencias posibles (o sea ninguna salvo infrecuente avería que solventaba Che, el responsable de mantenimiento, que sólo aparecía si se reclamaba su presencia). Permanecía allí durante lo que a mí me parecía un breve periodo de tiempo y se iba. Si algún telegrama de los recibidos, consideraba que era de urgente reparto, salíamos a hacer entrega del mismo cerrando la oficina entretanto y colocando un letrero indicando que en breve volveríamos. Otras veces hacíamos el reparto al final de la jornada.

A mí me encantaba el lugar. Cierto que tenía mucha luz. Entraba por amplios ventanales que accedían a balcones de piedra (arenisca?) con barrotes torneados a los que mi abuela temía. Se pasaba la vida haciéndome recomendaciones para que no metiera la cabeza entre ellos si salía al balcón por alguna razón. La puerta de acceso a la oficina entraba directamente a un amplio espacio dónde podrían hacer cola en ventanilla un buen número de personas. Aunque lo cierto es que nunca recuerdo ni una cola de dos al menos.

La ventanilla formaba parte de un frente de madera ajustado entre las dos paredes laterales del lugar. Por la izquierda, a través de una puerta batiente, se accedía al interior de la oficina, donde se realizaba el trabajo. Era un amplio espacio, o a mí me lo parecía. Y había una inmensa mesa donde estaba el teletipo y un montón, nunca mejor dicho, de cosas más. Yo me hacía un hueco en la mesa para apoyar mi libro, y a mi menester.

Mi tío es una persona extraordinaria. Llenaría páginas hablando de él. Aún conserva una maleta de cartón con protecciones metálicas en las esquinas, en cuyo interior tiene, entre montones de escritos y reflexiones, un álbum de cromos de Blancanieves que es una joya. En el interior de la tapa que cierra la maleta luce una foto en blanco y negro de Marilyn Monroe extraída de alguna revista de Fotogramas.

Tiene 82 años, la mente ágil y le brillan los ojos. Sigue pensando que el comunismo es la única solución a los problemas del mundo. (Y frenar la explosión demográfica que sufrimos. Es obsesión y premisa previa a cualquier propuesta de debate). Todo el mundo le llama pesado. Tal vez lo sea. Yo le quiero un montón.
(Karen Dinesen)

6 comentarios:

miner dijo...

Esto es como un cuento. Que guapo te quedo, y tu tío un buen tío.
Un saludo

Bely dijo...

No se si será cuento, chino o asturianin. Te quedó bonito.
En aquel tiempo para ser un hombre de telégrafos, lo que está claro es que sabía de letras y por tanto de muchísimas más cuestiones. No cabe duda que tu educación fue exquisita, Karen.
Al respecto de la explosión demográfica, qué diría de las recomendaciones del Vaticano, en Africa.
Me gustaría oirle, poder conversar con él. Saber de su forma de adaptación en la vida sin perder "su norte".
Un tio lindo.

Karen Dinesen dijo...

Bely, mmi tío sólo tenía los estudios básicos a los que podían optar,por aquel entonces, quienes eran conocidos por su desafección al régimen. Era un simple repartidor de telegramas. Lo que ocurre es que en un lugar como mi pueblo, la oficina de telégrafos no tenía mucho movimiento. Mi tío aprendió a manejar el teletipo y hacía todas las funciones requeridas para aquel trabajo. El jefe iba de visita.
Pero fue siempre un hombre autodidacta. Aprendió a escribir e interpretar inglés (no lo habla, lógicamente)con un diccionario de inglés, una texto de gramática, y varios libros de narrativa inglesa.

Todos los días,después de comer y decansar, se dedicaba a la labor de traducción del libro que tenía entre manos, escribiendo el resultado en un cuaderno (tiene varios cuadernos de traducciones). Esa idea de aprender inglés le surgió cuando, en una ocasión, llegó un inglés a poner un telegrama y comprobó las dificultades de entendimiento.Se dijo:"he de aprender inglés". Y a ello. A partir de entonces, en las escasas situaciones semejantes que surgieron, se entendió perfectamente escribiendo.

Sacó el Graduado Escolar, preparándose por su cuenta, en los años setenta. Ya tenía alrededor de cincuenta años...
No sigo que me enrollo.

Karen Dinesen dijo...

Ah! Y sus conocimientos musicales supongo que los adquiriría a través de la radio ¿Ya funcionaba por aquel entonces el programa de "clásicos populares?...o algo semejante. La radio fue, con los libros, compañera inseparable.

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

Entrañable.
Siempre aparece alguna buena idea para el blog, aunque a uno le parezca que lleva dos o tres días si ocrurrírsele nada y que nunca más va a venir la idea.

Karen Dinesen dijo...

Gracias a todos (as) por la visitina y los ánimos. Ando un poco liada estos días. Espero poder volver pronto.