miércoles, 8 de abril de 2009

JUEVES SANTO

Jueves Santo. 1.960. Aunque el luto no debería llegar hasta mañana a la tarde, después de la muerte de Cristo, tal parece que ya llevamos unos días enlutados. Pero no. Es que se hace necesario vivir también la agonía de la pasión. Por eso, desde el lunes la radio emite música de funeral y están sancionados temporalmente todos los programas que puedan provocar risas o sonrisas.

Mi abuela se abstiene de cantar mientras tiende la ropa, friega o cocina. Con lo que a mí me gusta escucharla…”Cuando tú me diste amparo no era más que una gitana…”. De la Concha Piquer. Con lo bien que canta mi abuela la copla… Pero en fin, todo lo que incite a la alegría ha desaparecido del contexto.

Bueno, todo, todo, no. Porque a mí me hace muchísima ilusión volver a poner la ropa que estrené el pasado domingo de Ramos. Sobretodo los calcetines con puntillas y los zapatos de charol. Me encantan. Y esta tarde volveré a ponerlos para acompañar a mi abuela en las visitas a las Iglesias para rezar ante la Santa Custodia. El Santísimo, dice mi abuela. Empezaremos por visitar la capilla de las Clarisas. Esto es emocionante. Yo sólo acudí con mi abuela al convento en alguna ocasión en que ella precisó de alguna de las labores que ellas realizan. Se accede por un gran portón de madera a un recinto amplio, pintado de blanco, con unas rejas a la derecha (para hablar con sus familiares en las visitas a través de ellas, o al menos esa fue la respuesta de mi abuela a mi pregunta) y el torno de madera en el frente. Es una sensación difícil de expresar la que sientes cuando escuchas la voz suave y delicada de la monja que se encuentra al otro lado y de quién no ves el rostro.

Pero a la capilla entras por otra puerta más pequeña que permanece cerrada casi siempre, excepto a primera hora de la mañana, ya que la misa en el Convento es la primera que se oficia en el pueblo. Una vez finalizada, la puerta se cierra y ya no se abre hasta el día siguiente con el mismo fin. Pero hoy es distinto. Estará abierta durante toda la tarde y hasta las doce de la noche para facilitar las visitas.

Después de acudir a las Clarisas continuaremos por la Iglesia Parroquial para terminar en la más bonita de todas (románica de transición al gótico), después de haber hecho las visitas de rigor en las capillas respectivas de los dos colegios privados que hay en el pueblo. Cinco lugares sagrados, cinco visitas.

Por la mañana tendremos que ir a comprar. Mañana es fiesta y hoy medio fiesta. Esa es la razón por la que las tiendas únicamente abren durante la mañana. Y después de comer empezaremos con los preparativos. Las mantillas para cubrir la cabeza, las velas para acompañar la procesión…¡Me encanta el olor que desprenden cuando la cera se derrite con el calor de la mecha encendida! Y jugar con los restos cuando se solidifican de nuevo. Las mujeres y niñas avanzamos en rigurosa fila por la acera, mientras los hombres y los niños lo hacen por la calzada y cerca de los “pasos”, como custodiándolos…

Hoy es el día en el que más “pasos” salen. Es la procesión más animada. Si puede ser animada una procesión…San Juan, La Verónica, La Dolorosa, Jesús Nazareno y “los judíos”. Así llamamos a dos escenas de imaginería que representan los azotes y la coronación de espinas, respectivamente. Al final desfilan también el alcalde y parte de la corporación municipal. ¡Ah! Y la guardia civil. Con paso marcial y vestidos de gala con banda cruzada y guantes blancos…siguiendo el ritmo de la banda: Chan-chan-chantachan-chan

En el intervalo de tiempo que queda entre las visitas y la procesión están los oficios. Hoy se representa en ellos la escena en la que Cristo les lava los pies a sus discípulos. Siempre escogen a doce niños para la representación. Tengo que convencer a mi abuela para colocarnos en un lugar que permita verlo con claridad. Orlando, un amigo del barrio, muy amigo (el que me llama “Popotitos), fue seleccionado para “apóstol”. Y eso no quiero perdérmelo.

Otro día os cuento lo de la procesión del encuentro. Ésa fue ayer. Mi abuela lleva una silla unas horas antes para escuchar el sermón sentada. Pero no creáis que sólo lo hace mi abuela. Si pasas por allí unas horas antes de la procesión, puedes ver el lugar en el que se sermonea repleto de sillas. Todas distintas, eso sí. Cada persona que quiera sentarse tiene que llevarla de su casa.

(Yo, la de siempre)

3 comentarios:

miner dijo...

Leyendo esta entrada tuya de la Semana Santa apetece hasta ir de costalero.
Popotitos no es un primor pero baila que da pavor....
Un saludin

Karen Dinesen dijo...

Era muy delgadina, Miner. Lo de Popotitos era por las piernas...Yo pienso que era una forma de cortejarme, jeje...aunque también bailaba que daba pavor, no te creas!

belijerez dijo...

Mi Semana santa fue evolucionando, de niña era divina, despues fue para el paseo, le siguió la Semana Santa autentica en la comunidad de base. Ahora tiene un poco de todo, tradición, espiritualidad y también turismo. Con la edad la VIVO con más intensidad cada año.
Me gustó mucho leerte, preciosa entrada.