miércoles, 1 de abril de 2009

MÁS TIEMPO PARA LA TERNURA..."por fa"


Queremos ser felices. Y lo buscamos constantemente entre las coordenadas que definen nuestra existencia: nuestro tiempo y nuestro espacio.

Intentamos darle forma a la felicidad en algunos hechos que se nos antojan caprichosos y livianos o en otros de aparente elevado compromiso social. Pero en cualquier acto consciente y buscado que no derive de obligaciones ineludibles, estamos tratando de hallar la píldora que nos haga felices.

Tomando una sidra o un café con los amigos mientras arreglamos los desaguisados municipales, de la Comunidad o del Estado si se tercia. Cuestión para la que nuestros políticos parecen sentirse incapaces. Con lo fácil que parece en ese contexto ¿verdad?...Comentando las incidencias del fútbol…rememorando el partidazo que hizo Nadal o la espectacular carrera de Alonso.

Asistiendo a una proyección seguida de una mesa redonda sobre las relaciones (¿) entre Israel y los palestinos. Escuchando el Mesías de Haendel en boca del coro de la Fundación Príncipe con la inestimable colaboración de la Sinfónica del principado (OSPA). Metiéndonos en la piel de cualquiera de los personajes protagonistas de alguna de las películas oscarizadas. O refugiándonos entre las páginas de un libro al amparo del silencio o en compañía de nuestra música preferida…Clasificando sellos, escribiendo, investigando nuestros orígenes o dejándonos dormitar mientras tenemos la mirada en la dirección de la pantalla del televisor, intentando desconectar con alguna de las series que nos ofrece la FOX.

Otras personas son felices debatiendo en los Consejos de Administración de empresas varias aunque se quejen amargamente de la falta de tiempo para distraerse. Su ocupación es la mejor distracción y suele procurarles las mayores satisfacciones, incluso cuando aparecen insatisfacciones. Ya tienen excusa para volver a debatir en el ánimo de salir de ellas.

Algunas no viven sin el compromiso político. Posiblemente lo vivan contradictoriamente entre satisfacciones y angustias. Pero no se da uno sin lo otro.

Y así vamos cubriendo nuestro tiempo y nuestro espacio de momentos felices puntuales o de breves periodos de enajenación. Sin embargo, cuando aparece un vacío, un hueco, una rendija, un resquicio entre ocios y quehaceres asoma a veces el plumero de la angustia. Ésa que tenemos reprimida o comprimida en algún lugar de nuestra entraña y que surge en cuanto le damos tregua. Para mantenerla a raya es necesario tener cuerpo y alma rebozados de ternura. Y de ésta andamos más bien escasos. Tal vez por eso nos cuesta tanto intercambiarla

Creo que montaré una fábrica de producción de la misma. Puede ser un negocio rentable. Al menos para la salud.

(Karen Dinesen)

5 comentarios:

miner dijo...

A lo mejor la felicidad es una manera de ser.
Y si ponemos el listón más bajo, si nos conformamos con salir a la calle y disfrutar de la primavera.
Esto de dar consejos me parece que no es lo mio, mejor lo dejo.
Un saludo

Karen Dinesen dijo...

Miner, eso ye ternura...¿ o no?
¿Cómo disfrutes de la primavera si careces de ella?...

belijerez dijo...

Endurecerse sin perder la ternura. Dijo el Chê.
Yo digo que la ternura es la calidez del ser humano más necesaria. Es contraria la prisa y yo ahora tengo una poca. Te escribiré con tranquilidad porque esta entrada da para mucho.
Muchas gracias Karen, por tu ternura. Miner siempre tan tierno, sois geniales. Y me aportais un poquito de felicidad. Gracias.

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=KKt4VQ9FHNI

Anónimo dijo...

http://tr.youtube.com/watch?v=cEMxhO8Obeo