jueves, 16 de julio de 2009

DE TIRANÍAS Y PLACERES...


Algunas veces echo de menos los poderes de Matilda o Jorge; criaturas paridas por un excelente escritor ( Roald Dahl) para placer de niños y menos niños . Ambos, Jorge y Matilda, gracias a los poderes de la magia que les proporcionó su genial creador, tienen en sus manos la capacidad para acabar con la tiranía y el despotismo.

Cuando yo era niña, ese poder estaba en manos ajenas que, si tenían a bien considerar la docilidad, capacidad de sufrimiento o resignación de quien caminaba arrastrando esa pesada carga, se aparecían en forma de hada madrina o genio, con lámpara o sin ella, para alivio del sufriente. Podían con su magia echarle una manita y hacer desaparecer todos los pesares ineluctables que le acuciaban.

Pero Roald Dahl pone esa capacidad en manos de la propia víctima. Eso es una delicia. También un riesgo. Todo hay que decirlo. Que uno no siempre objetiva las situaciones en las que se ve envuelto, pudiendo excederse en el uso de la magia; debilidad o limitación de la que las hadas y los genios están exentos. Tal vez por eso no se da el caso.

Y siendo cierto que en nuestras manos está hacer lo posible para darle carpetazo a tirano que se nos cruce, no es menos cierto que las más de las veces la posibilidad queda sin sacar todo el cuerpo del envoltorio. Y el trabajo, a medias consecuentemente. Y es en esos momentos en los que reclamo la magia de la varita, el poder de los ojos de Matilda o de la maravillosa medicina de Jorge con la que fulminó la tiranía encarnada en una abuela nada al uso de lo que suelen ser las abuelas.

Sin embargo, hay tiranías para cuyo destierro no necesitaríamos de la magia. Son aquellas que tenemos tan al alcance de la mano que habitan en algún rincón de nuestra entraña. Las que segregan nuestras pasiones. Las que de nosotros dependen y nos hacen depender a un tiempo. Y cuando consiguen darnos esquinazo y ejercen campando a sus anchas, hacen crecer en nosotros deseos irrefrenables que, en tiempos de vulnerabilidad, se propagan como llama en matojos secos, generándonos angustia la imposibilidad de sofocarlos y convirtiéndonos en víctimas de nosotros mismos. Porque en el fondo las pasiones se nos antojan gratas y necesarias aunque nos fustiguen. Porque, también en el fondo, igual que los buenos resultados van a la par que el esfuerzo y la fatiga, al placer acompaña a veces el sufrimiento.

Cuando los años se ponen encima y la decadencia afecta al cuerpo, y no en la misma medida al alma, no resiste la víscera el sufrir que requiere la expectativa del placer. Es entonces cuando nos echa una cuerda la cordura. Y, en algunos casos, los ansiolíticos o sucedáneos, constriñendo la emotividad exacerbada, y llamándole “serenidad” a ese estado. Y adjetivamos el término “placer”…y los denominamos “placeres sencillos” o “pequeños placeres”. Esos que sólo el alma sabia ya descubre y disfruta cuando es joven, aunque los relegue un tiempo para retomarlos cuando se vuelve añosa.

Es entonces cuando los identificamos como los auténticos placeres que gozan de la eternidad que nosotros no gozamos. Y se degustan despacio y ceremoniosamente…el aire suave en el rostro…el perfil de la sierra recortado en el horizonte…la luminosidad del cielo en el campo…el frescor, el vigor, la sabiduría de los árboles…el trino vespertino de las aves…el rítmico movimiento de la hierba rubia, flexible y espigada…el aroma de las rosas silvestres…el olor de la tierra seca cuando la lluvia la empapa…el sonar de los guijarros en la playa cuando el mar retrocede…

Sigue tú. Que sabes.

(Karen Dinesen)



12 comentarios:

belijerez dijo...

La naturaleza encierra en si misma toda la sabiduría que necesitamos, tu también lo sabes. Por eso "al caer la tarde" nos dejamos envolver por las dormideras.

Matilda es la niña que llevamos dentro, esa juguetona que nos hace reir y disfrutar del vuelo de los pájaros, la que es capaz de hacerte hada madrina y conceder regalos de sueños a una amiga. En algún sitio leí que la "imaginación consuela de lo que no se es. El humor de lo que se es". Problamente hayamos sido un poco tiranas con nosotras mismas y hemos escatimado placeres. La edad nos hace sabias a unas más que a otras, tu savía a estas alturas ya te ha hecho SABIA y sabes disfrutar. Llena tu mochila de ternura para contigo misma, respira, crea, sueña, vive, dejate abrazar por el verso libre, o por el soneto, el relato o cuento...yo estaré atenta, ESCUCHÁNDOTE.
Gracias Karen.

belijerez dijo...

Además Matilda desde que la descubrí, me sedujo. He disfrutado muchísimo con las lecturas de mis hijos, ahora permanecen en casa(los libros), me imagino a mi misma leyendo algunas a mis nietos (todavía es pronto pero llegará). Kimazi y la montaña es otra lectura que me encanta. En las pequeñas y sencillas cosas se encuentra la magia de la vida.

belijerez dijo...

..cuando el mar retrocede.. el aroma a damadenoche que el verano regala, el olor a tierra mojada del jardín recien regado, la siesta de la tarde somnolienta. La piel morena y brillante después del baño, los ojos que aumentan su brillo en verano, las risas de los niños que juegan hasta tarde, el tiempo "perdido" del descanso.
Las horas ganadas al día, el amanecer fresco y azul, los geráneos que lo inundan todo...el abanico resfrescante del medio día.
Tu perfume fresco recien bañado.
El vaso de gazpacho fresco, el tinto de verano, el dulce y fresquito melón de la comida... en fin que todo tiene su encanto si sabemos disfrutarlo.
PD: Poesía eres tú tirana placentera.(besitos, Bely)

Karen Dinesen dijo...

Bely. ¿Deciás algo sobre que no se te ocurría nada y no podías escribir...?
¡Pues menos mal!
Un abrazo

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

Yo creo que tendrías que hablar con el webmaster para que en esta entrada quitara la posibilidad de hacer comentarios, porque ¿qué se puede aportar que no empeore el original? (y disculpen los voluntariosos comentaristas, entre los que me incluyo)

Karen Dinesen dijo...

Calor, Luis Simón. Calor. Que falta nos hace.Y GRACIAS por tu reconfortante aportación.
Un abrazo

Karen Dinesen dijo...

Pues inicialmente, Luis Simón, traes calor (que falta nos hace)y estímulo.Y seguramente más cosas. GRACIAS por tu compañía y por tu reconfortante aportación.
Un abrazo.

Karen Dinesen dijo...

Pues inicialmente, Luis Simón, traes calor (que falta nos hace)y estímulo.Y seguramente más cosas. GRACIAS por tu compañía y por tu reconfortante aportación.
Un abrazo.

Karen Dinesen dijo...

Lo siento:en la respuesta a Luis Simón, intenté eliminar el primer comentario y sustituirlo por el segundo, y lo que logré está a la vista. Además de la chapuza, añado la ignorancia para enmendarla.
Disculpadme

belijerez dijo...

¿Ves? calorcito, yate decía yo.

Los comentarios ya los quitas tu Buridan, ella, Karen deja que no ex presemos tal cual, sin censurar, asi de linda es ella.
(Aún reconociendo que juntar palabras no escribir).

miner dijo...

Después de leer esta entrada varias veces opino que es de lo mejor, y eso ye mucho, que escribiste últimamente. Y aunque me resistía ha hacerte un comentario, al leer a Bely, pues que ¡coño! tien razón, porqué no vamos a opinar.
Además si el anónimo de Buridán nos pone un comentario de una tal Cristina Losada, que escribe un libro para decirnos porqué dejo de ser de izquierda.
Pues un junta letras como yo se lo dice sin falta de escribir un libro: Por la pasta Guapina.
En cambio Karen en pocas palabras, nos habla de placeres, sentimientos, pasiones...

Menos mal que no iba a decir nada, pero queda dicho.
Un abrazu

Karen Dinesen dijo...

Gracies por tu entrañable comentario, Miner. Y me alegro de que recuerdes el camino para llegar hasta aquí.
Un abrazu