sábado, 1 de agosto de 2009

EMOCIONES Y RECUERDOS

Aunque no habrá nadie que no sepa de que se habla cuando hablamos de “emociones” porque todos las hayamos experimentado en mayor o menor medida a lo largo del tramo de vida que llevamos de cola, es probable que la incidencia en nuestra trayectoria vital no se vea afectada de la misma forma, ante una emoción causada por un mismo estímulo. Por un lado, el estímulo, o motivo que la provoca puede no tener el mismo interés para los afectados. Y según consta en una de las acepciones que recoge la RAE, la emoción viene definida como “interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo”. Pero además del interés que pueda suscitar en unos u otros aquello que está ocurriendo, parece existir otro parámetro a tener en cuenta en el grado de desarrollo de la emoción en sí misma. La capacidad para desarrollarla de la persona receptora de los estímulos (creo yo…). Y aquí empieza mi confusión.

Supongamos dos personas con un mismo interés ante un hecho. En una de ellas provoca mayor emoción que en la otra. Evidentemente la capacidad receptora que transforma el interés en alteración del ánimo no es la misma. ¿De qué depende?...No tengo ni idea. Pero lo que sí puedo afirmar es que ambas experimentarán vivencialmente el hecho de forma muy distinta y eso afectará a su forma de ver las cosas y de hacerlas en la medida en que se dejen hacer. Es decir, sentiremos de forma distinta y actuaremos en consecuencia de forma también distinta.

Quien potencialmente tenga más capacidad para alcanzar un grado mayor de emotividad, vivirá cada situación con más intensidad, quedando tatuada en alguna parte de la entraña. Más posibilidades tendrá para recordar lo vivido. Las cicatrices es lo que tienen. No permiten olvidar. Y las emociones vividas, en ese sentido, son un poco como cicatrices que surcan el alma. Y de la misma manera que las del cuerpo se resienten con los cambios atmosféricos, las del alma son igualmente vulnerables a los cambios climáticos que allí se producen. A más calor o más frío, más o menos animosidad, inclinándose por unos recuerdos u otros.

Siendo mi hermana una pequeña vital e inquieta, con apenas unos meses tuvo un proceso respiratorio que acabó en pulmonía. Cuando el alma anda bajo cero y doy un repaso al recuerdo, veo su expresión sin ánimo en el rostro, su quietud, poco habitual, en aquel cuerpo menudo, e inevitablemente se me encoge el corazón y contengo el llanto, cambiando de escena y viéndola en el hoy discutiendo con mi sobrina. Lo mal que lo pasé entonces, lo volvería a pasar ahora si la razón no entra en juego. Y así, con otras experiencias. Pero como funciona este trasto emocional igual para todo, tengo la fortuna de pasármelo en grande, sonreír y reír a mandíbula batiente, recordando otros momentos gratos…afortunadamente, muchos…

Hoy leía en un blog las palabras de alguien que decía algo que en cierta medida comparto. Hacía referencia a cómo tomamos conciencia de la vejez cuando echamos mano del recuerdo en demasiadas ocasiones. Es cierto que los años parecen reducir la posibilidad de ilusionarse. Y para poder hacerlo echamos la vista atrás , recreándonos en los recuerdos agradables. Cuando uno es joven las expectativas son tantas que las ilusiones saltan como las truchas por cualquier parte. En la medida que queda menos tiempo por delante y el desgaste de suelas que llevamos encima trae consigo cierta carga de escepticismo, parece más difícil que las truchas salten. Síntoma de que vamos camino de otra etapa ineludible: la vejez.

La vejez, dice mi tío, que es la enfermedad que padece. Y le adjudica tres características: progresiva, degenerativa e irreversible. Pues bien. Él, que lúcidamente lo ve así, sigue teniendo brillo en los ojos, debatiendo con vehemencia sobre la transformación social y viéndola posible. Sólo siente no vivir lo suficiente para ver los cambios. Y para resolver esto último debe de ser por lo que últimamente le está dando vueltas al asunto del más allá. Su curiosidad es insaciable. Y desde ahí le entiendo. Siente perderse el futuro. Y tal vez se conforme con poder verlo desde algún rincón.

Me pregunto muchas veces dónde radica esa vitalidad, ese entusiasmo que intenta armonizar con la inevitable decadencia. Permanece soltero. Tuvo una novia en su juventud de la que, yo creo, se mantuvo siempre enamorado. Además de enamorarse de Marilyn Monroe, Ava Gardner, Elke Sommer, Brigitte Bardot... y un listado interminable. Aún sigue enamorándose a día de hoy. ¿Será la capacidad para enamorarse la causa de su entusiasmo?... O será viceversa?...

(Karen Dinesen)

11 comentarios:

belijerez dijo...

Dicen que las emociones también son recuerdos. Eduar Punset, al que admiro, dice que el alma está en el cerebro. Platón habló de las IDEAS. Entre uno y otro hay un trecho de historia humana y de investigación, parece ser que todo se debe a una cuestión poco romántica (lo siento Karen), los neurotransmisores, esos componentes químico-físicos de nuestro cerebro que pueden ser alterados con suma facilidad.
Incluso eso que llamamos solidaridad puede ser debido a un componente químico, tanto como lo puede ser el hecho de un violador compulsivo. Como seres humanos somos un "puñadito de deseos".
Recuerdos agradables pueden llevarnos a un estado emocional placentero, y viceversa es por ello que aunque tu me digas que soy el "positivismo personificado"...(algo asi) es mejor mientras podamos vivir como tu tio, felizmente enamorado.
OJO; vivir enamorado depende...porque a veces puede ocasionar serios digustos, lo mejor es vivir lo más afectusoamente posible, será lo único que podamos llevarnos en el alma y en el cuerpo.

Besitos, amiga, por cierto estas en racha, sigue escrbiendo, me seduces con tus ideas.

PD: Lo dejo porque sino esto se convertirá en una enclopedia.

Karen Dinesen dijo...

Abrazos, bely.
Pero dime una cosa:
En el enamoramiento existe un componente de pasión, de deseo, asociado al erotismo, pero, en algunos caso no sólo a eso
Ahí va la pregunta.
¿Por que hay gente que se enamora de una idealización, dándole más trascendencia a la dimensión romántica que otros que ignoran ésta última?
¿Por que hay personas que se enamoran pudiendo mantener el enamoramiento sin que exista una materialización sexual, y otros son incapaces de sentirlo así?
Vivir enamorado es hacer de la vida una ilusión permanente.

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

El amora y las emociones son difíciles de domesticar. Fijaos en esa astronauta que hace unos años condujo mil quinientos kilómetros para matar a la mujer del astronauta del que estaba enamorada. Anda que no habría pasado exámenes psicológicos de todo tipo, pero el amor, los celos, la pasión...

Karen Dinesen dijo...

Hola, Luis Simón. Me alegro de verte. Razón tienes en hacer referencia a la complejidad del asunto.El hecho de "sentirse enamorado" debe tener variantes múltiples como para establecer la dualidad deseo/sensualidad y/o romanticismo.Eso por parte de los que se hayan enamorado alguna vez.Otros habrá que no lo hayan sentido nunca.Lo que dices. Demasiado complicado.
Sin embargo, puedo asegurarte que yo estuve enamorada de Palomo Linares en mi adolescencia. jejeje.Ahora me río, pero entonces fantaseaba con él (como se puede fantasear con trece años como los míos)y sentía emociones: alegría, tristeza...depende de lo que mi imaginación me procuraba.
¡Enamorada de Palomo Linares! ¡Qué disparate!! Efectivamente...Demasiado complejo.

miner dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
miner dijo...

¡Coño! menudo nivel, hasta tenemos a Platónes y astronautas.
Vale, ahora yo colaboro, con una coplilla de la película las cosas del querer.

Son las cosas de la vida,
son las cosas del querer,
no tienen fin ni principio,
ni "tiene" cómo ni por qué.
Tú eres alto y yo bajita,
tú eres rubio y yo "tostá";
tú de Sevilla la llana
y yo de Puerto Real.
Que no tiene "na" que ver
ni el color, ni la estatura
con las cosas del querer...

Pues ya se fastidió la entrada y hasta la salida.
Ya lo dijo el "otru", el amor ye "Física y Química". Al principio sacamos matricula de honor en las dos. Y luego siempre nos quedará la química.
Que seguimos con matricula en las dos, ¡Cojonudo! Que no ye así, pues hay que ir a clase particulares, y dónde vamos, a esos sitios que son más que un club...Un puti club.
Bueno espero que no me saques tarjeta amarilla.

Un saludín

Karen Dinesen dijo...

¡Roja, Miner! Que era el color de la medalla de honor que nos colgaben en el uniforme, si les notes lo merecíen, cuando yo era pequeña.
Todo un aciertu la copla.
"Que no tiene na que ver...
que no tiene na que ver..."
Paso a cantala y empiezo el domingo con la alegría, un poco nostálgica, de la copla.
Emulando a mi güela,luego sigo con la de:
"cocidito madrileño
repicando en la lalala..."

Saludos, Miner.

miner dijo...

¡Ala! pues sácame la roja directa, será la única medalla que me cuelgue en mi viaaaa, mejor en mi vida, que lo otro suena a tren.

Por cierto lo del astronauta del Luis Simón, igual fue que le prometió la luna, y luego, que no, que la luna no, y claro, después quien se conforma con menos, no te parez.

Bueno ¡ala! sigue cantando.

belijerez dijo...

Querida Karen; dicen que a Enstein le preguntaron que haría con el ultimo minuto de su vida y éste contestó; "- En los 59 ultimos segundos haría una pregunta en el ultimos segundo intentaría encontrar la respuesta.

Cómo puedes ver tu eres tan inteligente que siempre andas haciendo preguntas, parece ser lo más importante en la vida, y no así las respuestas.

Besos, querida.

Karen Dinesen dijo...

Hola, Bely: me alegra verte.
Curiosa observación la tuya.
Mira, en mi cancha de trabajo, la enseñanza, cuando hablamos sobre formas de intervención didáctica, yo siempre hago incidencia en algo fundamental: los niños necesitan más preguntas que respuestas.

Acostumbramos a resolverles las dudas que ni se plantean.Eso genera un hábito perverso.Se adocenan, no se interrogan porque nadie les obliga, lo que oyen en los medios es la verdad absoluta...
No es cuestión de seguir dando la chapa.

En definitiva:Yo intento aburrirles a preguntas.Lanzarles tormentas de interrogantes...Y ayudarles un poquito en la búsqueda de respuestas.
Un abrazo.

Karen Dinesen dijo...

Hola, Bely: me alegra verte.
Curiosa observación la tuya.
Mira, en mi cancha de trabajo, la enseñanza, cuando hablamos sobre formas de intervención didáctica, yo siempre hago incidencia en algo fundamental: los niños necesitan más preguntas que respuestas.

Acostumbramos a resolverles las dudas que ni se plantean.Eso genera un hábito perverso.Se adocenan, no se interrogan porque nadie les obliga, lo que oyen en los medios es la verdad absoluta...
No es cuestión de seguir dando la chapa.

En definitiva:Yo intento aburrirles a preguntas.Lanzarles tormentas de interrogantes...Y ayudarles un poquito en la búsqueda de respuestas.
Un abrazo.