Es su belleza fría y seductora.
Cae con ella el telón, y el escenario
se esfuma en un instante extraordinario.
Cegado el aire por los copos, llora.
Su llanto blanco tiñe y decolora.
Torna el azul del cielo en gris palmario.
También es gris el aire, y el rosario
de ocres en la vereda ya no aflora.
Sólo un velo, que apenas luz difunde,
deja ver lo inmediato en el camino.
Una piedra que asoma…Un pie se hunde…
Y puñados de nieve que en racimo
cubren las hojas con las que se funden
sobre el enramado. Trama de armiño.
Karen Dinesen
4 comentarios:
Tu nieve resulta cálida.
Gracias, Beli.
Tú comentario también lo es (cálido)
Siempre habrá nieve altanera
que vista al monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.
Y siempre habrá un sol también
-un sol verdugo y amigo-
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.
León Felipe
¡Qué guapa, Miner!Gracies a ti y a León Felipe
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