domingo, 22 de noviembre de 2009

EN CAÍDA LIBRE...


Hoy alguien me hizo brecha en la ternura.
Y aunque estoy vacunada, en este caso
una infección sin freno se abre paso
arrasando a su paso mi cordura.

Y el dolor amortaja la frescura
que marchita se va con el ocaso.
Es un ocaso gris que sobrepaso
apoyando el cayado en la locura.

Pues si luces me quedaran ¿acaso
en pie quedara algo de mi postura?
¿no harían del recuerdo monte raso?

Quiero olvidar y la razón me apura.
Maltrecha va derecha hacia el fracaso.
No existe para el mal de amores cura.

Karen Dinesen


P.D. Un recuerdín para Alipio que me dio un empujón para volver a escribir.

viernes, 13 de noviembre de 2009


Me ausento una temporada.

Gracias por la visita.
K.D.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

EL MILAGRO: Una necesidad...casi básica


La ilusión explica el autoengaño aunque no lo justifique...Eso me parece a mí, vamos. Igual es una tontería. Pues también las tonterías son necesarias. Los hechos adquieren valor en la medida en que hay otros que no lo tienen. Digo yo...no sé


Pues ahí va algo que parece una tontería pero igual no lo es. O sí. ¡Yo qué sé!

Ponedle el título que os apetezca.


SIN TÍTULO


-¡Milagros, milagros! ¡Milagros vendo!-
gritaba un milagrero a todo trapo.
Que le hicieran tragar aquel mal sapo,
a un hombre pareciole un vilipendio.

-¡ A la luz de la ciencia no hay milagros!-
chillaba el ofendido en su conciencia.
Sin derrochar ni un gramo de paciencia
dispúsose a dar fin al descalabro.

Acercose al gentío acumulado
en torno a aquel embaucador farsante
en la sana intención de ver burlado,

con su pregón, al burlador mercante.
Mas quedose pasmado el ilustrado.`
¡Vendió toda su oferta el ambulante!.


K.D.

P.D. A veces pasan esas cosas...

viernes, 6 de noviembre de 2009

SOBRE EL ÉXITO Y EL FRACASO




Esta mañana leía una interesante reflexión en la que se afirmaba que “la genialidad inconstante y voluble conduce a la miseria, o al éxito póstumo (el más terrible de los éxitos)”. Me dio qué pensar. No es la primera vez que le doy vueltas al tema del éxito y, por oposición, del fracaso.

Antes de expresar premisa alguna que me permita avanzar en al análisis, y para evitar partir con prejuicios, acudo al diccionario de la RAE en el que el significado del término incluye tres acepciones de las que transcribo las dos primeras, dado que la tercera no influye para nada en el posible debate interno que pueda plantearme.
Éxito:
Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
Buena aceptación que tiene alguien o algo.

Parece evidente que la primera definición incluye una dimensión más subjetiva, mientras que la segunda tiende a considerar el concepto en función de valores, si no objetivos, sí externos a la persona que es sujeto u objeto del éxito en la medida en que el mismo implica en este caso un reconocimiento social.

Pues bien. Empieza a estar claro por qué yo no comparto la afirmación a la que hacía referencia, extraída de un texto sobre Kant, presentado éste como referencia del éxito, fruto de una inteligencia no especialmente extraordinaria, aderezada con una firme constancia.

Siendo yo una fiel defensora de Kant, ignorando el grado de su inteligencia y aceptando que estuviese dotado de la constancia que le adjudican, no sé si debe llamarse éxito al resultado de su pensamiento. Fracaso tampoco. Pero no puede afirmarse con contundencia que sus teorías hayan tenido buena aceptación si además de defensores tampoco le han faltado detractores. Considerando que las bondades reconocidas de su pensamiento han ganado en número, y teniendo en cuenta la materialización del mismo, tal vez podemos concederle el adjetivo de exitosa a su obra. De lo que no hay ninguna duda es de su repercusión social.

Sin embargo, la repercusión social de una obra, ya sea ésta de carácter científico, literario, artístico,filosófico…, no es identificable, en mi opinión (y parece que también en la de la RAE), con el éxito de la misma. No obstante, admito que pueda haber quién considere un éxito el hecho de que algo o alguien sea reconocido socialmente, sean sus actos reprobados o aprobados. “Ladran, luego cabalgamos”…”Que hablen de mí, aunque sea mal” cita Cervantes en El Quijote…Pero en todo caso sería ésta una concepción subjetiva del éxito. No es la mía.

Yo es que me quedo con la primera. ¿Por qué? Porque a mí me interesa sobretodo ser feliz. Y no me da la felicidad la buena o menos buena aceptación de lo que haga o diga. Mentiría si dijese que le hago ascos al halago. Pero soy consciente de que no siempre encierra verdad. Como no siempre la aceptación, incluso por aclamación multitudinaria, responde al valor del hecho que es valorado. ¿Es mejor escritor Dan Brown que Antonio Tabucchi por haber vendido un sinnúmero de ejemplares de su Código da Vinci…? Si a mí me preguntan lo tendría claro. Claro está que mi respuesta sería subjetiva y el número de libros vendidos es un dato objetivo. Dan Brown tiene más éxito que Tabucchi, en la medida que parece ser mejor o más aceptado en sociedad. ¿Veis? Otra razón para seguir insistiendo en que me quedo con la primera:
“Resultado feliz de un negocio o actuación”

Y sigo. ¿Quién mide el éxito en este caso? Pues parece evidente que el propio sujeto que realiza la actuación (llamémosla así si la RAE lo hace). Yo soy la vara de medir mis éxitos y mis fracasos. Porque sé mejor que nadie si el resultado de mis actuaciones, de mis hechos, de mi vida en definitiva, me satisface o no. Si me hace feliz o desgraciada. Tenga una inteligencia genial o mediocre, sea constante o más voluble que “La Donna è móbile”. Que hay genios felices por sabios, y los hay infelices porque se equivocaron a la hora de elegir el camino de la sabiduría que debe de ser más sencillo de lo que nos parece. Tal vez por eso, y no porque le adorne la virtud de la constancia, sea por lo que una inteligencia de medianía pueda alcanzar la felicidad y con ella el éxito.

Si tu cuerpo desnudo calor siente,
y te sientes bien solo, (bien escaso),
y solo sólo estás físicamente,
tu vida la espalda le da al fracaso.

Que seáis felices. Será indicio de que vuestra vida va camino del éxito.

Karen Dinesen

jueves, 5 de noviembre de 2009

MIS CONTRADICCIONES...


VIVIR EL MOMENTO

Cuando expresamos la necesidad de vivir el momento ,¿estamos tomando conciencia de una realidad que nos llevará a convertir la propia expresión en una forma auténtica de vida?...¿o es más bien la explicitación de un ardiente deseo fruto de un lúcido análisis de nuestra hipotecada realidad?


Dije en una ocasión que no somos esclavos de nuestra historia. Solamente somos hijos de la misma. La esclavitud la establece nuestro presente. Ese que deseamos vivir con ardor, separando la ganga de la mena en el mineral, obviando la carga triste o amarga del mismo que nos llega del futuro que nos espera o del futuro del que carecemos porque no encontramos camino.


Cuando el futuro tiene silueta de esperanza, de ilusión…, el presente es un escalón en la escalera que subimos prestos para llegar cuanto antes a la meta que nos espera enmarcada en un halo luminoso. Pasa entonces el presente fugazmente o se hace largo si el deseo de llegar nos supera.
Es la ausencia de meta o lo funesto de la misma lo que nos conduce a la lucidez de la vivencia del presente. Es entonces cuando el instante en el que estamos cobra fuerza. Sabemos que es lo único que tenemos aún cuando no siempre seamos dueños del mismo, además de nuestros recuerdos en los que nos recreamos. Y el presente que queremos vivir con intensidad, flota en un lodo sobre el que nos deslizamos tapándonos la nariz, perfumando el ambiente, tapándonos los oídos o desviando la mirada si tropieza con lo que nos disgusta.


E intentamos sacarle el máximo partido a la nada. De la que nada esperamos pero lo esperamos todo. Porque la esperanza es ciertamente lo último que se pierde.


Nada espero de ti y lo espero todo.
Del todo, no quiero perder tu huella.
La nada, cielo oscuro y sin estrellas
que etéreo, me desenfanga del lodo.


Karen Dinesen

domingo, 1 de noviembre de 2009

VIVIR...


Sólo tengo mi historia y este instante.
No leves, por escasas, pertenencias.
Alforjas bien repletas de experiencias
que al hombro van conmigo a cualquier parte.

Son mi vida, carajo. Mis vivencias.
Licencias de soñador ambulante.
La nave de aquel Ulises errante.
La tela que Penélope en su ausencia

tejía y destejía con paciencia.
La caja de Pandora amenazante.
La esperanza atrapada en su conciencia.

La vida es un atrás y un adelante.
La búsqueda incesante está en su esencia.
No escapar del final es su constante.

Karen Dinesen