VA DEPRISA...

Es un haya. Pronto habrá que buscarle un lugar adecuado para que siga adelante con su vida. Tiene ahora cinco años. Era una ligera ramita con apenas dos hojas cuando la recogimos en el monte y la plantamos en un tiesto que pasó a ocupar un lugar en el patio de casa de mi madre.

Hace apenas quince días mantenía en sus ramas las hojas del pasado verano, secas, con el tono marrón que adquieren al final del otoño. Simultaneaban estos vestigios de la última primavera con los nuevos brotes en los que se advertían las hojas plegadas sin dejar asomar indicio de verdor. Y ahora, quince días después, luce esplendorosa en su raquítica maceta a pesar de ser ésta objetivamente de gran tamaño.

Es grandioso comprobar cómo avanza el cambio estacional. Cada día una nueva flor aparece mientras otras ya han dado con sus pétalos en tierra dando fin a su efímera vida. Las primaveras ya no lucen en los taludes que cierran los campos a ambos lados de los caminos. También han desparecido las manchas de florecillas azules. Las amarillas del diente de león han sufrido la mágica metamorfosis que las convierte en una esfera tan perfecta como vulnerable, plegando sus pétalos hacia el tallo, dejando la semilla al capricho de una ráfaga de suave brisa o del soplido de un niño y transformando la alfombra amarilla que cubría en Marzo el campo, en una manta de encaje de un blanco invasivo.

Se enseñorean los lirios silvestres. Amarillean los tojos. Y margaritas anaranjadas que lucen al sol en contraste con el verde de la hierba son quiénes sirven ahora de orientación en las veredas. La hierba aumenta en cantidad y tamaño creciendo con una verticalidad que para sí quisieran las ramas del avellano, cubiertas éstas ya de hojas.

También las hojas hicieron su aparición en los fresnos,pláganos,castaños,tilos…algunos robles…Las salgueras, arbustos prematuros en la exhibición de sus hojas, ya permiten que la flor cuelgue de sus ramas. Los espinos siguen su camino dejándose cubrir por completo de las blancas florecillas que se agolpan en racimo e invaden el aire con su aroma. Las flores del cerezo han dado paso a las hojas, pasando de blanco a verde en menos de un mes. A cambio blanquean los manzanos que, a juzgar por la abundancia de flor que les adorna, traerán copiosos frutos al final del verano. Las laderas del otro lado del valle han renunciado al ceniza y se tornaron verdes casi por completo.

Un mes…sólo un mes y el cambio a mi alrededor es tan notable que parece que fuera yo quien cambiase de ubicación en el terreno que piso…Es un hecho milagroso en nuestras vidas. Ocurre cada año. Y no andamos sobrados de años como para permitirnos el lujo de perdérnoslo…

Karen Dinesen