Se le esperaba a las tres. Como todo se demora no nos resultó extraño que anunciasen su llegada con tres horas de retraso. Permanecemos pertrechados en casa después de haber tomado todas las medidas preventivas con la mirada puesta en el reloj y en la ventana.
Las seis de la tarde. Nada. Que no llega. Sentados cómodamente en el sillón leemos en la prensa esas noticias que siempre dejamos para entrar en detalle en el repaso de la tarde o nos regodeamos en la lectura de un libro mientras escuchamos nuestra música preferida.
De vez en cuando interrumpimos para aguzar el oído ante un suspiro del viento mientras nos decimos: “ahí está”. Estas ligeras ráfagas deben de ser los prolegómenos, pensamos. Y nos ponemos en guardia para evitar que nos sorprendan los efectos devastadores de la ciclogénesis explosiva. Atentos al ruido ensordecedor que le suponemos a su paso…al impacto de las chapas, tejas, postes de la luz, árboles… y todo lo que prevemos vulnerable a los 150 km. de velocidad a la que se desplaza el viento…la tensión aumenta…Miramos a través de las ventanas y comprobamos cómo se mueven ligeramente algunas plantas silvestres de las que crecen a ambos lados del camino o la carretera. Un par de manzanos que veo desde mi casa en una finca próxima parecen estar fosilizados. Ni un simple indicio de agitación de sus ramas desnudas.
Abro la puerta y salgo a la calle. Noto un viento cálido y escucho un ruido por encima de mi cabeza. Pienso que tal vez esté pasando a cierta altura, lejos de la superficie que piso…Entro de nuevo en casa y me pongo a escribir. Me entretiene mientras sigo esperando. Tal vez la demora prevista haya sido mal calculada y nos sorprenda en la anochecida…O tal vez haya pasado ya jugando al despiste…
Igual la "ciclogénesis" no es lo que creemos...¡vaya "usté" a saber!