miércoles, 18 de enero de 2012

A ESPERAR QUE PASE LA BORRASCA...


Hace un par de días, en el artículo de uno de los habituales articulistas de La Nueva España, se hacía referencia a Stephen Hawking como "el mejor ejemplar de la especie". Me pareció una reflexión muy acertada. Finalizaba su artículo con unas palabras del genial físico que no recuerdo literalmente; pero el mensaje sugería que deberíamos mirar más hacia las estrellas y menos hacia nuestros pies.

Pensé al leer estas palabras en el amplio significado de las mismas. Y aunque los nublados de esa noche no permitían contemplar el firmamento en todo su esplendor, decidí que lo haría en cuanto el tiempo me lo permitiese, en la firme creencia de que alguna, de entre las abundantes estrellas, albergaría parte de la sabiduría que Hawking depositaría en ellas. Y tal vez proyectase en dirección a mi mirada una pequeña dosis de conocimiento que podría rellenar el envase de mi inspiración.

Me pregunto a diario cómo si la vida nos ofrece cada día tanto, yo dispongo de tan poco para hablar. Y la respuesta está en las palabras de Hawking: Mirarse a los pies. Eso es lo que hago. Dirigir la vista al suelo. Sin embargo, creo que es un mecanismo de defensa. Me resulta más novedoso comprobar los cambios que se producen cada día en las baldosas de las aceras, en las tapas de las alcantarillas o en el asfalto de la calzada que contemplar los acontecimientos previsibles, cansinos y sin remisión con que nos sacude la vida jornada tras jornada. Estoy hasta los pelos del moño. La revolución ni llega ni se la espera. Y hasta que asome al menos un atisbo de posibilidades de arreglo del cambalache en el que nos zarandeamos, el ánimo sigue en parada biológica.

Echamos una ojeada al panorama sociopolítico nacional, europeo, internacional...y cada día se destapa una mierda. O un quintal. Si miro hacia el suelo evitaré, al menos pisar la que decora las aceras. Yo no sé si os pasa a vosotros. Pero a mí me satura y me desborda cuando leo que el expresidente de Túnez y su esposa se fueron con 8.000 millones de euros y están por ahí al amparo de algún emir. Y cuando supongo los fosfoscientos millones de euros que se concentran en manos de unos cuantos...bastantes...delincuentes que ni se molestan en colocarse el"guante blanco", mientras la justicia (¡Dios, qué memez llamarla así!) puede inhabilitar al juez Garzón. Y es que de verdad...frente a la actividad de saqueo, que parece formar parte de la normalidad, los Tercios Españoles del XVII podrían quedarse en hermanitas de la caridad.

Tengo un listado de disloques que me nublan la vista y la mente. Por eso quizás la vía de salida esté en mirar a las estrellas como dice Hawking y recordaba con acierto el articulista. Pero tendré que esperar a que pase la borrasca meteorológica. Al menos sé que esta da tregua.

K.D.

5 comentarios:

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

La corrupción no tiene remedio. Así lo recoge la historia para todo tiempo y lugar. Semos ansí.

Miner dijo...

Con esto de la crisis, están más jodidas las baldosas de nuestras aceras que las estrellas del universo.
Y sobre el juez Garzón, hay un articulo en el País de ayer, muy interesante: Cacería Judicial de Jorge Trías Sagnier.

Karen Dinesen dijo...

Luis Simón, estoy de acuerdo en la medida en que la debilidad forma parte de de la esencia del ser humano.La corrupción fue, es y será. Pero desde 1789, debería tener menos capacidad de maniobra, no?
Si Montesquieu levanta la cabeza diría que para este viaje no hacen falta albardas.
Si ya sabemos que estará ahí, que habrá quien se deje agasajar por ella y no existen mecanismos de control o los que existen también están contaminados, ¿sabes qué?...Que voy a sonreir como Mafalda lo haría. Para desentonar.

Karen Dinesen dijo...

Miner, al igual que tú, tuve la oportunidad de leer el artículo de Jorge Trías. Francamente interesante. No sólo por lo que aporta sino considerando de qué lado viene. Estoy contigo.

Karen Dinesen dijo...

Quise decir "alforjas" y no "albardas". Ya os habréis percatado...supongo.
Da igual. Las albardas también sobraban.