sábado, 5 de enero de 2013

LOS CORTINONES DE MI ABUELA...




Recuerdo aquellos cortinones. De una tela aterciopelada y color granate cubrían por completo la pared que albergaba la ventana en cada habitación. A  mí me resultaban estrepitosos aunque no produjesen ruido alguno. Crujían a mis oídos. Bien es cierto que tamaña tela, que más bien tenía el aspecto de un telón de teatro, contribuía a mantener el calor de la casa en los húmedos y fríos días de invierno. La casa se alimentaba con el calor de la cocina de carbón, y aunque era pequeña, no estábamos libres del filtro de la humedad a través de aquellas pequeñas ventanas resguardadas del exterior por unas contraventanas de madera y los visillos que mi abuela había confeccionado hábilmente con los retales que se compraba en los saldos. Los cortinones seguramente impedían la fuga del calorcillo. Pero estaban totalmente fuera de lugar. Es probable que mi abuela hubiera visto alguna imagen en una revista de moda que la llevase a imitar el diseño. En una casa de apenas sesenta metros cuadrados, en los que la cocina era la estancia  de “estar” ante la ausencia de una sala a tal efecto, ya que la clase obrera no necesitaba de tales, y unas habitaciones en las que la cama, el armario y la mesilla de noche quedaban encajados como si se tratase de piezas de un puzle,  los cortinones que mi abuela había diseñado y confeccionado con orgullo no hacían más que dificultar el paso por el escaso espacio que quedaba entre la pared y la cama. Seguramente, a pesar de lo pesado que resultaba echarlas por la noche o quizás por ello, cumplirían su función de abrigo.

Además de esta función que es para la que estaban destinados, el azar quiso que los cortinones de mi abuela  resolvieran dignamente el objetivo perseguido por un grupo de jóvenes entre los que se encontraba mi tío Joaquín.

Hacía muchos años que en el pueblo no se celebraba la tradicional Cabalgata de los Reyes Magos. La precariedad y depresión en el ánimo que caracterizaron la postguerra no parecían proclives a semejante derroche de ilusión. Y como el guion de “después de la guerra”, que es la postguerra, no tiene fecha fija para darle un  fin como a las películas, va diluyéndose ese espacio temporal en las inercias hasta el punto de que  un día se cae en la cuenta de que ya se está en las postrimerías de tal y cabe darle un giro a la tendencia decadente en que se han sumido a las alegrías. En estas estaba aquel grupo de jóvenes cuando mi tío, ante la proximidad de la Navidad y sabiéndose corresponsable de una sobrina de pocos años, lanza la idea de preparar una cabalgata de Reyes. Sólo necesitaban de tres caballos ya que sobraban voluntarios para cabalgarlos. Dada la escasez de recursos, era necesario buscar cómo vestir elegantemente a sus majestades, los Magos, echando mano del arcón familiar donde lo hubiera y de la imaginación de la que andaban sobrados. Así que, ni corto ni perezoso, mi tío resolvió el tema de las majestuosas capas necesarias para el evento. A falta de arcón, en casa había cortinones  aterciopelados y de color rojo vino que venían que ni pintados para la ocasión. La colaboración de mi abuela para desprenderse temporalmente de ellos y su habilidad para descoser, coser y transformar, con la inestimable ayuda de la  Singer, hicieron el resto.

Aquel año, desde una ventana de la segunda planta de la casa de mis padres, mi imaginación pudo disfrutar de la presencia de los Reyes Magos en el pueblo, cabalgando majestuosamente sobre tres camellos. Porque mi tío dice que eran caballos. Pero yo os aseguro que vi camellos. 

Karen Dinesen

9 comentarios:

miner dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
miner dijo...

Un bonito regalo de Reyes en forma de relato. Un saludo Majestá.

Alipio. dijo...

Exquisito relato.

Los cortinones deben ser catalogados como tecnología de doble uso.

Que delicia recordar la imaginación y voluntad para superar las escaseces y ser felices con lo poco que había.

Algo que en la actualidad se echa de menos.....


Saludos y Feliz y venturoso 2013.

Karen Dinesen dijo...

Miner, Alipio...Tengo que agradeceros de forma especial el hecho de que hayáis dedicado una parte de vuestro preciado tiempo a leer algo tan insignificante, ante los grandes problemas que nos acosan, como la historia de los cortinones de mi abuela.
Sin embargo la insignificancia de tal cosa ante los avatares del mundo mundial tiene para mí tanta importancia que, solo recordar la historia en la compañía de mi tío Joaquín, me hizo sentirme feliz, confortablemente arropada por su recuerdo.Escribirlo supuso recordarlo otra vez...Y tal sensación no es fácil de captar hoy ante los estímulos que nos rodean hasta el aplastamiento.
Compartirlo con vosotros, todo un honor además de un placer.
Abrazos.

lupina dijo...

yo lo compartí una y otra vez me parace entrañable esas son las cosas que merecen recordar..en esta edad que estamos no se si te pasa pero yo me siento feliz recordando cosas tan fascinantes de la niñez y las cosas de Bareto nunca se borraran.

Karen Dinesen dijo...

¡¡Hola, Lupina!!
¡Cómo me presta verte por aquí!. Yo ya sé que tú pasas con frecuencia y disfrutas con estes cosines.
Pero fue toda una sorpresa el hecho de que te animases a comentar.
Un abrazo.

Guilmore dijo...

Con una de eses cortinones,tapizé yo el sofá de "Don Corlomine" en el Carnaval de la Villa 2013,y con la otra hice el fondo del escenariu de la cantante.Entra en Villaviciosahermosa y fíjate.Por supuesto,ya les recuperé pa volver a guardales en casa güeli,antes de que se entere JUaco.

guilmore dijo...

Bueno,no pude cambiar la "Z" de tapicé,pero que conste,que sé que de escribe con "C".Lo veo y nme ofende a la vista ,pero por más que lo intento,no sé quitarlo.Besos

Karen Dinesen dijo...

Jolín, Guilmore!! Como haz tiempu que no entro en el blog, no vi hasta hoy los comentarios que hiciste.
¡Cómo se nota que no intervienes mucho en la red! Gazapos como el tuyu...¡Yo a montones! Y después, como tú: un segundu comentario pa aclaralo.

No sabes como me presta que los cortinones de güelita sigan siendo útiles. Y pa causes que mueven a la ilusión.jejeje. ¡Qué gracia me hacen les cauteles que tienes con mi tíu! Que también ye el tuyu!!
Besinos