¡HAYA "SALÚ"!

  El 22 de Diciembre siempre fue para mí un día feliz en mi infancia. Coincidía esta fecha con el comienzo de las vacaciones escolares y quedaban por delante muchos días aunque pocos fueran, teniendo en cuenta cómo hacen los ojos de un niño que el tiempo se extienda.

 Las Navidades daban tregua a los madrugones, al uniforme, a los deberes escolares, a las tristes horas de las tardes de invierno en el colegio, a la presión que a mí me generaba la responsabilidad que arrastraban mi cuerpo menudo y mi torturada entraña. Y ese día, el de la Lotería, mi abuela me traía a la cama un desayuno con tostadas de pan frito y las participaciones de lotería que ella había acumulado. Yo las colocaba ordenadamente sobre la colcha, y con la ayuda de un lápiz y un papel iba anotando todos los números que desgranaban los Niños de San Ildefonso con su entrañable melodía que me llegaba  a través de la radio.Una Marconi amarilla que estaba entronizada sobre el armario azul y blanco de la cocina...¡Dos mil quinientooooos cincuenta y cinco!- ¡Veinticinco milll pesetas! . Simultaneaba esta actividad con un vistazo rápido a las papeletas de mi abuela con la ilusión de poder proporcionarle una alegría mientras ella faenaba preparando la comida.Y así discurría placenteramente la primera mañana de mis vacaciones navideñas.Un reintegro ya me parecía un notición. Y mi abuela, con su correspondencia a mi entusiasmo, hacía que también lo fuera, de modo y manera que la alegría me la proporcionaba ella a mí. ¡Ella era la auténtica lotería! Al menos para mí lo fue.

La respuesta a la pregunta obligada de los vecinos cuando comentaban sobre la visita o no de la fortuna a los lares era la que la tradición conserva a día de hoy, y que yo os transmito como mi deseo para estas fiestas y el año que comienza:

¡¡Haya salud!!

K.D.