(A Beli y a mi leal seguidor "Anónimo")
Si yo estoy aquí escribiendo ahora es porque, además de circunstancias azarosas que después pasaré a relatar, me encontraron un día Beli y mi Anónimo. Ellos fueron durante estos dos meses, fundamentalmente Beli, quienes hicieron presionar las teclas del teclado de mi ordenador para que yo expresara sobre este soporte virtual aquello que pensaba o sentía.
Beli fue compañera fiel. No faltaba a la cita ni un solo día. Y, lo más importante, respaldaba con empujoncitos estimulantes en mi espalda cuanto yo escribía. Comentarios hechos con rigor a veces, banales y divertidos otras, pero que siempre conseguía que mi “yo” saliera de ese baño de halagos y risotadas lo suficientemente animada para continuar. Más tarde apareció el anónimo, con escasas, breves y tímidas incursiones. Pero supo hacerse presente de forma cálida hasta el punto de hacer un buen tándem con la imprescindible Beli. Uno de mis días bajos, él se ofreció para hacerme sonreír. Esto es precioso. Y así lo percibí. Me sentía afortunada.
Yo llegué a abrir mi blog, casi sin pretenderlo, como consecuencia de mis intentos infructuosos de comentar en un blog que sólo aceptaba comentarios a través de una cuenta “blogger”. Mi interés en comentar superó la apatía y me registré como blogger sin saber bien qué era lo que estaba haciendo. Una vez hecho el comentario me encontré con mi seudónimo, escrito en azul, encabezando el comentario. ¡Sorpresa! Pincho y veo que tengo una página abierta que me permite crear un blog siguiendo unos sencillos pasos. Y lo hice. Lo que siguió ya es historia conocida.
Pero el pasado viernes, después de una intensa conversación con mi conciencia, decidí suprimir varias entradas del blog. No tuve en cuenta que para hacer eso debería haber contado con el apoyo de quiénes me habían ayudado a construirlas.
Cuando hace ahora un año, aproximadamente, hice mi primera incursión en un blog a través de un comentario referido a la, por entonces, campaña electoral, no preveía mi devenir posterior por la Red. Entré impulsada por el revulsivo que aún, a día de hoy y a pesar de mi escepticismo, me producen algunos comentarios o actitudes referidos a la acción política en la aldea global que habitamos, y con la que acabaremos si seguimos pisoteando su cabeza y dándole varapalos, afectando también a quienes la ocupamos (a unos más que a otros evidentemente). No me movía ya la conciencia, sino la rabia. No la razón sino el sentimiento. Aunque mis argumentaciones pudiesen estar cargadas de razones, acertadas o no, el sentimiento de rabia fue la fusta. Tuve la suerte de encontrarme con un grupo de personas extraordinarias y extraordinariamente sensibilizadas hacia todo lo que nos rodea, contagiándome un poco de su optimismo y retomando por un tiempo la fe en las posibilidades de transformación social del ser humano. Pero el poso de descreimiento alcanza una altura en el vaso que no es fácil de disolver. La red me dio una vía, pero tengo la impresión de que la utilizo para seguir escapando…
En la última conversación que mantuve con mi conciencia, ella me puso sobre el mantel esta cruda realidad. Y, como sólido argumento, me espetó la creación de este blog para exorcizar todos mis demonios. Tuve que aceptar algunas de las argumentaciones que me daba porque son de una evidencia aplastante. Entonces me justifiqué con ella replicándole lo bien que me venía para escapar de Berlusconi y sus hipócritas decretos, de Putin y su perversidad, de todos los desmanes de USA, de la indiferencia, la pusilanimidad y la incompetencia de la UE, de la bajeza financiera de la banca en general cuyas consecuencias soportan los más débiles, de la especulación de la Bolsa , de los chantajes del Banco Mundial y el FMI, del genocidio que Israel está llevando a cabo en Gaza, de la ineficacia de la ONU, de la imposibilidad de que Lula saque adelante sus planes para eliminar la pobreza, de la doble moral de Occidente, y de todo aquello que intuyo pero desconozco porque no existe si la TV no lo refleja…
Cierto. No me lo negó. “Pero – me dijo ella- una cosa es “enseñar la patita”…posar en ropa interior…y otra bien distinta exhibir públicamente tu alma en cueros.”
Le di la razón. Inmediatamente me puse a eliminar entradas.
(Karen Dinesen)
P.D. Disculpad el rollazo si habéis conseguido leerlo íntegramente. Tenía que hacerlo por Beli y el anónimo seguidor (A Miner no le cuento que es recién llegado. Bienvenido)