Hoy la utiliza para explicar
cómo todos “queremos más” en el marco de lo que viene llamándose “crecimiento”,
término que milagrosamente todo el mundo parece asociar con benignidad. Hasta le
ponemos música y coro cuando estamos de celebración bajo los efectos de la
euforia….”y más y más, y muuucho más”
Por otra parte, también el
vocablo “austeridad” se utiliza como signo de necesidad perentoria para que las
cosas vayan bien, dándole un barniz de beneficioso para todos.
Los discursos están plagados
de términos genéricos que incluyen la imprecisión de los mismos al no entrar al
detalle , facilitando así que sirvan para todo el que los escuche aplicando la
interpretación que nos permita llevar el ascua a nuestra sardina. Y a seguir
justificando nuestro estado de cosas, si nos lo permite el salario mínimo.
Yo no tengo claro que
queramos ser “más gente”…depende de si llegan en patera o en yate…
Tampoco que crezca la
producción. También depende…yo prefiero que crezcan las bicicletas y los transportes
públicos a los coches “Lexus-UX: Ejemplo de la Naturaleza” , que se anuncia en
un “mandagüevos” contradictorio pero con gracia e ingenio, ¿verdad?.
Y ¡qué decir del consumo!
Esto sí que es fruto de nuestra dimensión adolescente que aún no sabe a lo qué
conduce. Soy tan vieja que , allá a
finales de los sesenta y comienzo de los setenta del pasado siglo formé parte de la deriva
anticonsumismo que cuestionaba los signos externos como muestra de bienestar. Y
así seguí yo en mi ensimismamiento mientras los ochenta apuntalaban lo V.I.P y
la Beautiful people, llevándose por delante los principios de clase buscando la
identificación y la falsa igualdad en lo
que dieron en llamar el “estado de bienestar”…que consistía, fundamentalmente,
en poner al alcance de la clase obrera
la financiación y los créditos bancarios para hacerse con el coche y el
chaquetón de piel de zorro que le sacaría de su inmundo pozo de clase
desposeída. Y además, podrían comprarse una casa con salón y salita. El primero
para enseñar y cenar en Nochebuena y la segunda para vivir los momentos de ver la tele en familia cotidianamente. Y a
trabajar horas y horas para poder afrontar las deudas. Eso no era problema. Ya
se incumplirían los convenios una y otra vez de forma misericordiosa para
facilitar el incremento del sueldo. Ah! Y que no falten las vacaciones en la
playa…Yo me quedé pasmada cuando me enteré de que parte de mis “comoyó” ¡se
financiaba las vacaciones a crédito!
¡¡Ay, güelita!! ¡Benditos
cupones semanales para poder comprar la ropa de Ramos! ¡Cuánto tengo que
agradeceros, familia!
Siempre creí , y así lo
transmitía en mis charlas y charletas, que el acopio de cosas innecesarias creaba servidumbre...Pero la Tele y la
publicidad que la financia pudieron más, y más y más, y mucho más…
Y vamos con la riqueza…¿Por
cuál empezamos? Ahora todos esos términos tienen apellido, si interesa…por
ejemplo,mmmmmm…¡libertad! Hace ya tiempo que se habla de “libertades”.
¿Podríamos hacer lo mismo con “riqueza”?... Para otro día que esto se hace muy
largo. Ya sabéis que siempre necesito de mucho para decir poco.
¡¡Qué la Fuerza nos
acompañe!!