sábado, 18 de septiembre de 2021

CHARLATANA QUE ES UNA...

 

 Curiosamente, la palabra “resiliencia” que hoy hace entrar en juego P. de Silva, llegó por primera vez a mis oídos de su boca, metafóricamente hablando claro está, ya que fue en  uno de sus textos cotidianos en prensa  dónde la difundió , dedicando incluso parte del mismo a explicar su significado.

Hoy la utiliza para explicar cómo todos “queremos más” en el marco de lo que viene llamándose “crecimiento”, término que milagrosamente todo el mundo parece asociar con benignidad. Hasta le ponemos música y coro cuando estamos de celebración bajo los efectos de la euforia….”y más y más, y muuucho más”

Por otra parte, también el vocablo “austeridad” se utiliza como signo de necesidad perentoria para que las cosas vayan bien, dándole un barniz de beneficioso para todos.

Los discursos están plagados de términos genéricos que incluyen la imprecisión de los mismos al no entrar al detalle , facilitando así que sirvan para todo el que los escuche aplicando la interpretación que nos permita llevar el ascua a nuestra sardina. Y a seguir justificando nuestro estado de cosas, si nos lo permite el salario mínimo.

Yo no tengo claro que queramos ser “más gente”…depende de si llegan en patera o en yate…

Tampoco que crezca la producción. También depende…yo prefiero que crezcan las bicicletas y los transportes públicos a los coches “Lexus-UX: Ejemplo de la Naturaleza” , que se anuncia en un “mandagüevos” contradictorio pero con gracia e ingenio, ¿verdad?.

Y ¡qué decir del consumo! Esto sí que es fruto de nuestra dimensión adolescente que aún no sabe a lo qué conduce.   Soy tan vieja que , allá a finales de los sesenta y comienzo de los setenta  del pasado siglo formé parte de la deriva anticonsumismo que cuestionaba los signos externos como muestra de bienestar. Y así seguí yo en mi ensimismamiento mientras los ochenta apuntalaban lo V.I.P y la Beautiful people, llevándose por delante los principios de clase buscando la identificación y la falsa igualdad  en lo que dieron en llamar el “estado de bienestar”…que consistía, fundamentalmente, en  poner al alcance de la clase obrera la financiación y los créditos bancarios para hacerse con el coche y el chaquetón de piel de zorro que le sacaría de su inmundo pozo de clase desposeída. Y además, podrían comprarse una casa con salón y salita. El primero para enseñar y cenar en Nochebuena y la segunda para vivir los momentos  de ver la tele en familia cotidianamente. Y a trabajar horas y horas para poder afrontar las deudas. Eso no era problema. Ya se incumplirían los convenios una y otra vez de forma misericordiosa para facilitar el incremento del sueldo. Ah! Y que no falten las vacaciones en la playa…Yo me quedé pasmada cuando me enteré de que parte de mis “comoyó” ¡se financiaba las vacaciones a crédito!

¡¡Ay, güelita!! ¡Benditos cupones semanales para poder comprar la ropa de Ramos! ¡Cuánto tengo que agradeceros, familia!

Siempre creí , y así lo transmitía en mis charlas y charletas, que el acopio de cosas innecesarias  creaba servidumbre...Pero la Tele y la publicidad que la financia pudieron más, y más y más, y mucho más…

Y vamos con la riqueza…¿Por cuál empezamos? Ahora todos esos términos tienen apellido, si interesa…por ejemplo,mmmmmm…¡libertad! Hace ya tiempo que se habla de “libertades”. ¿Podríamos hacer lo mismo con “riqueza”?... Para otro día que esto se hace muy largo. Ya sabéis que siempre necesito de mucho para decir poco.

¡¡Qué la Fuerza nos acompañe!!