sábado, 18 de diciembre de 2010

ES UN HABLAR POR NO CALLAR...


En la calle y otros lugares sagrados oía decir que "no vale con ser honrado sino que hay que parecerlo". En mi casa, mi abuela, decía que "el hábito no hace al monje". Y mi abuela siempre ganó el pulso a la calle. Así que yo me quedé con lo segundo.

Además lo que en el colegio nos contaban que el Evangelio recogía, contribuía a reforzar a mi abuela: Jesús denunciaba la hipocresía de los escribas y los fariseos. Y a mí me llamaba la atención esta coincidencia entre las creencias colegiales y las familiares, que con frecuencia (sobretodo cuando se hablaba de "los rojos") estaban encontradas.

Y ¿qué es la hipocresía? vayamos al Diccionario de la RAE: Hipocresía:. f. Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Si ahondamos en lo que implica ser hipócrita desde esta definición, no resulta difícil concluir que no sólo vivimos en una sociedad caracterizada por la hipocresía, sino que es algo que se pone en valor.

Intentaré explicarme.


Escucho una vez tras otra, lo importante que son las formas en democracia. Hasta el punto de que acaban siendo una prioridad olvidando los pilares auténticos que deberían sustentarla.La libertad, la justicia... la honradez y la sinceridad por parte de los políticos...forman parte del sustento, del fundamento, del fondo en definitiva de lo que debería ser un marco democrático. Pero cuando se insiste en la importancia de las formas acabamos valorando las apariencias sobre lo que tras ellas se esconde.

En algunos casos es la honradez. Los menos. Y entonces no entiendo que haya que parecer lo que ya se es. Nunca acabé de comprender el significado de la expresión. Si alguien es honrado lo es. Si no lo parece, no es un problema del portador de la virtud sino de quien no lo percibe así. Es evidente que, o existe un prejuicio o conjetura por parte de quien lo valora como "no honrado", o tal vez la concepción de honradez del observador no es la misma que la del portador. Pero si alguien es honrado, lo es. Y basta.


Sin embargo puede uno vestirse con hábito franciscano y tratar de esconder bajo su apariencia maléficas intenciones. Pero las llevará a cabo con formas impecables que aparenten desinterés personal, generosidad, solidaridad...en un actitud casi orante que le anima a liberar de la oligarquía a los oprimidos. Si para ello tiene que sacrificar vidas humanas (la suya no, claro...quedaría huérfana la "bondad" que gestiona...) no escatimará en gastos. Todo ello en nombre de la justicia, la libertad y con las buenas formas que deben imperar en un sistema democrático.


El fin justifica los medios y las formas justifican lo injustificable.

¿Pues saben qué? Que me cago en las formas. Esto pone en evidencia las mías. O más bien la carencia de ellas.Y le mando un beso a mi abuela que me enseñó a no juzgar por las apariencias, y a indagar en el fondo de las personas. (A veces no puedo evitar los prejuicios, "güeli"...ya lo siento)

K.D.

2 comentarios:

belijerez dijo...

Olé por agüela y por ti!!!!

Yo que tu lo mandaba al C....O, a toda la tropa, se lo merecen.

Besitos y mucho ánimo!!

Alipio dijo...

Eso de cuidar las formas ahora se llama "políticamante correcto" y no deja de ser hipocresía y/o cinismo, que de todo hay en abundancia.
Y yo también creo que tu abuela tenía toda la razón. Hijos de meretriz con cara de conejo sumiso hay más de los que sería deseable.

Saludos.