jueves, 26 de mayo de 2011

MI HERMANO


Mientras yo daba paso a mis días en compañía de mi abuela y los otros dos hombres de la casa, mi hermano Luis compartía y departía con los negros del aserradero que le habían adoptado como mascota y con la hija de Paquita. Una niña cuyo nombre no recuerdo pero que aparece junto a él en algunas de las fotografías que nuestros padres nos enviaban desde Guinea.

Allí permaneció gozando de la indolencia que el clima y su ausencia de responsabilidades le procuraban. Fue mi madre quién le enseñó a leer y a escribir, así como unas nociones básicas de Matemáticas, para poder incorporarse al Colegio cuando mis padres decidieron que se quedaría en el pueblo. El hecho tuvo lugar en una de sus campañas. Así llamaba mi madre a las vacaciones de un mes que disfrutaba cuando venía cada dos años, sola o acompañada de mi padre.

Claro que mi madre estaba de vacaciones permanentemente. En el pueblo aprovechaba para salir a tomar vermús y cafés con sus amigas de “soltería”, algunas de las cuáles aún permanecían en ese estado. Otras, al igual que ella, ya habían cumplido con sus deberes de matrimoniar primero, y traer hijos al mundo después.

Mi madre disfrutaba de esta estancia en el pueblo. Continuaba viviendo sin mayores responsabilidades ya que mi abuela se encargaba de casi todo, y tenía la oportunidad de ponerles los dientes largos a Paulina, Mercedes, Carmina o a mi tía Manuela, mientras les relataba cómo era su vida en Guinea.

Visitas al casino, comidas y cenas de los españoles que allí residían, baños en playas paradisíacas y, fundamentalmente, la tranquilidad que supone estar exenta de responsabilidades caseras. Un “boy”, para la comida y las compras… otro para el lavado de ropa y la plancha…Pero un “boy, boy” para quién mi madre era “missis” (que aunque suene a gato, quiere decir “patrona”)… Y no cómo los refrescos de naranja que yo me tomaba bajo ese nombre. Ni como los que ahora hacen estriptis el jueves de comadres. Que eso es pan para hoy y hambre para mañana. ¡¡Un chico para realizar las tareas de la casa!!

Pues bien. En una de sus visitas a la Península, volvió sola para Guinea. Mi hermano se quedó con nosotros para comenzar su periplo escolar.

Tuvo que ser muy duro para él. Le recuerdo muy tímido. Creo que, inicialmente, le asustaba la calle. Y la sonrisa con la que aparecía en las fotos de Guinea, había desaparecido de su rostro. Tenía la tez muy pálida por un problema que le había surgido en el bazo como consecuencia de la ingesta diaria de quinina cuando vivía en la colonia. Y sufría crisis de paludismo con fiebres muy altas.

Mi abuela y yo hacíamos todo lo que estuviera en nuestras manos para que se sintiera bien. La letanía que desgranaba ella para ensalzarme hasta entonces, pasó a tener como objetivo a mi hermano. Cuando alguien en el barrio intentaba ponerle en ridículo (le cantaban el anuncio del detergente “OMO lava blanco, blanquísimo” debido a su palidez) entraba en juego el Capitán Trueno que llevo dentro y en un abrir y cerrar de ojos desenvainaba la espada para hacer añicos al malandrín. Y mi tío y Bareto también pusieron de su parte todo lo posible, a pesar de la predilección explícita de Bareto por las niñas. Al enterarse de mi nacimiento su comentario fue breve pero sentencioso: “Un soldau menos pa Franco”.

Como la casa era pequeña, Luis no disponía de habitación propia. Su cama era una plegable que estaba acomodada en un espacio de la cocina, cubierta con una tabla de madera por encima y una tela a modo de faldón que mi abuela había preparado a tal efecto. Cuando se trataba de jugar en casa, lo hacíamos en mi habitación.

Lo pienso ahora y entiendo por qué en todas las fotos que enviábamos a Guinea, o no sonríe, o fuerza la sonrisa que le demanda el fotógrafo. No obstante, su periodo de adaptación no lo recuerdo muy largo. Pronto hizo sus amigos en el barrio y compartíamos juegos de chapas y canicas con el resto de camaradas. Era y es muy ingenioso y hábil. Eso me dio a mí una ventaja. Nunca, antes de estar él aquí, pude tener una réplica de piragua para echarla al río y participar en competiciones. Pero a partir de entonces, ya tuve quien me hiciera la maquetilla. Y además las piraguas que hacía Luis, pintadas y todo, eran las mejores.

K.D.

sábado, 7 de mayo de 2011

UN PELIZCO OPORTUNO...


Esta mañana sentí un pellizco que rompió mi inmovilismo y me hizo salir de la esfinge. Sin embargo, con la inmediatez del soplo de viento y el golpe de luz en el rostro que me advierten del abandono de mi exilio, me asalta súbitamente una oleada de pánico al encontrarme de nuevo en el gran teatro del mundo cual hormiga a punto de ser aplastada por la pata de elefante que avanza portando sobre el lomo todo el peso de desastre y destrucción que decoran el escenario.

Necesito con urgencia unas dosis de optimismo para no regresar al ostracismo. Y no las encuentro precisamente en los acontecimientos que son portada en los medios.

La hazaña de la CIA en el asunto Bin Laden, a modo de vengador justiciero, lejos de elevarme el ánimo y disfrutar de la eliminación del padre del yihadismo, me reafirma en la concepción que ya tenía de la inutilidad del Derecho Internacional. Pero ¡ quién le pone el cascabel al gato! Sobre todo si el gato es made in USA y el ratón es el líder del terrorismo islámico. No obstante, en este caso no cabe aplicar aquello de “muerto el perro se acabó la rabia”. Me da en la nariz que ésta irá en aumento entre sus adeptos. Y ya le digo yo a mi conciencia -¡ No anticipes, rediez… no anticipes que vuelvo al sarcófago!

Si le echo una ojeada a las últimas noticias sobre el escabroso asunto “Riopedre”…sin comentarios…que los que aparecen en prensa me dejan fría y agujereada como si me hubiese caído encima una tormenta de granizo.

Sobre la campaña electoral…¡qué decir! Que esta película ya la he visto demasiadas veces.

Cuando empiezo a pensar que , mal que me pese, sólo me queda el fútbol, me viene a la mente que el Tribunal Constitucional le dio una mano de pintura a nuestra imperfecta democracia con la decisión tomada sobre Bildu que permitirá a miles de personas ejercer su derecho al voto. Y empiezo a quitarme las vendas de momia y dejarme impregnar por una inyección de frescura.

Si caigo en la cuenta de que la primavera me canta al oído, el libreto va tomando interés.

Igual tengo suerte y los amigos siguen dónde los dejé…

Gracias por el pellizco…Si voy despertando tal vez el genio vaya asomando la nariz y soltando la lengua.

K.D.