No es el tiempo el que mata la ilusión.
Hay ojos que ríen a los noventa
y apagadas sonrisas en los treinta.
No es de la angustia el tiempo la razón.
Del cansancio aprovecha la ocasión
y de la edad obtiene buena renta
si ya sobrepasados los cincuenta,
al ver ya reducida la ración,
centras en lo que falta la visión.
Y la visión de tal nos desalienta.
Hay que fijar tan solo la atención
en aquello que queda y que nos tienta.
Aliñado ese resto con pasión,
veréis a la sazón qué bien nos sienta.
K.D.
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