jueves, 28 de mayo de 2009

¡Uffff!


No sé dónde meter el sentimiento.
En la entraña no tiene ya cabida.
Serpentea buscando la partida
de este búnker cegado con cemento.

Me reclama de forma encarecida
espacio para expandirse con tiento.
Le ofrezco las costuras. Le comento
que puede hallar lugar en las rendijas.

Que mis esclusas han dejado abierto
un canal construido a su medida
y poder respirar a descubierto.

Que ya no puedo más y estoy perdida.
Que ando tras las palabras que no encuentro
para al menos así darle salida.


(Karen Dinesen)

martes, 26 de mayo de 2009

LA LOCURA...


Decían de ella los antiguos que era una señal distintiva que los dioses enviaban a los elegidos…

Erasmo, en el Elogio que de ella hace, no la presenta como un privilegio de unos pocos sino como algo bastante común al género humano, generalizado a la especie como una necesidad de supervivencia…Y así, a su amparo, se justifica la adulación, el olvido, la pereza, la molicie, la indiferencia, la estupidez…

Y el hombre, haciendo gala de su naturaleza contradictoria, la usa indistintamente. Como distintivo de singularidad cuando se trata de designar a aquél que, rompiendo toda norma, nos pone en evidencia con sus actitudes, sus gestos y sus palabras lo absurdo de nuestro funcionamiento que, por supuesto, nosotros consideramos cuerdo y sensato, al igual que el resto del mundo que permanece dentro de un orden establecido.

Pero ¿qué es el “orden establecido”?... ¿No es acaso el fruto de la locura colectiva?... ¿No es éste un mudo generado por la insensatez?...

Es ante este interrogante cuando se plantea la disyuntiva: Si el hombre responde desde la cordura se torna en loco, pasando a formar parte de los elegidos por los dioses. Si, por el contrario, asume la locura como algo consustancial al género humano y la ejerce, será juzgado como sensato.

(Karen Dinesen)

lunes, 25 de mayo de 2009

ANTICAPITALISMO...

Dice la Wikipedia (y para empezar serviría):


“El socialismo es una
ideología de economía política que defiende principalmente un sistema económico y político basado en la socialización de los medios de producción, o control administrativo colectivista, que puede ser no-estatal (propiedad comunitaria) o estatal (nacionalización), así como puede ser democrático o dictatorial.”

Capitalismo
.El régimen económico en el cual la titularidad de los
medios de producción es privada, entendiéndose por esto su construcción sobre un régimen de bienes de capital industrial basado en la propiedad privada.
.La estructura económica en la cual los
medios de producción operan principalmente en función del beneficio y en la que los intereses directivos se racionalizan empresarialmente en función de la inversión de capital y hacia la consecuente competencia por los mercados de consumo y trabajo asalariado.
.El orden económico en el cual predomina el
capital sobre el trabajo como elemento de producción y creación de riqueza, sea que dicho fenómeno se considere como causa o como consecuencia del control sobre los medios de producción por parte de quienes poseen el primer factor.

…………………………………………………………………………………………


Y digo yo:
¿Qué es el anticapitalismo?

Parece que la respuesta se da por supuesta como se daba el valor en la mili. Pero si me la hago es porque me confunde. El anticapitalismo no tiene nombre propio. Se quedó sin él desde hace tiempo y se hizo carne con la caída del muro en 1989.

Desde que apareció como organización la llamada Izquierda Anticapitalista llevo dándole vueltas. Puede ser un comienzo como aglutinante de todos aquéllos que hace tiempo quedamos huérfanos. Pero muchos de nosotros estamos organizados en Organizaciones llamadas de izquierda que mantienen el nombre propio que al anticapitalismo le falta: PSOE e IU podrían ser representativas (la segunda, evidentemente, menos si hablamos de representación parlamentaria). Lo cierto es que mantienen la patente en cuanto al nombre (en IU aún pervive el PC) pero, ciertamente, no podemos obviar que no son, o al menos no de facto, alternativas al capitalismo atroz que avanza cual Pánzer, al que, irónicamente, si el combustible se le agota, no tiene problema para repostar en cualquier punto europeo por mucha raigambre socialista que le adorne.

Y es que el Socialismo quedó engullido por el Capitalismo. No supo dar el do de pecho en el ring. Tal vez porque el ring no es el lugar más apropiado para hacer tal cosa. Sin embargo, de haber entrado a jugar en su cancha, bien habría podido intentar combatirlo “desde dentro”. Máxima anticuada que debería haber mantenido viva en esta pelea.

Y es que ¿puede combatirse el capitalismo en su marco si no se utilizan sus mismas armas?... Entrando en competencia con él, pero sin doblegarse. Y sin convertirse, “por fa” ( ¡Agggg!).

¿Podría ser defendiendo un mayor intervencionismo y control desde el Estado?.. Y, si me apuran, nacionalizando la Banca (mi fantasía frustrada). Y aumentando la inversión estatal en la creación de empresas competitivas...(Y, a ser posible, diversificando la producción, generando productos que contribuyan a mejorar el medioambiente, a refrescarnos la vida, a eliminar la asfixia, a evitar el adocenamiento, a hacernos felices con menos articulos inútiles, y más que contribuyan a sentirnos más creativos y mejores personas...). Y ejerciendo mayor presión fiscal sobre quiénes más tienen y pueden. Son éstas premisas obsoletas. Antiguallas. Probablemente. Pero es que ignoro cómo se puede combatir al capitalismo, aceptando su sistema económico, si no es en igualdad de condiciones en la lid.

Por eso sigue ganando. No importa que en las urnas quede aparentemente mitigado. Reina. Impera. Arrasa. Ordena y manda. Chantajea. Y por eso, personas extraordinarias, jóvenes, con ánimo de transformación social como Alberto Arce, encuentran hueco en una organización cuya definición se caracteriza fundamentalmente por un prefijo: anti.

Desconozco si tienen propuestas concretas para echar abajo lo que de momento parece que queda en el cuestionamiento del sistema: el hostigamiento, la denuncia, el rechazo…Pero, aunque sólo sea eso, entiendo a quién se apunta. Canaliza uno el derecho al pataleo de forma masiva. Y el sentimiento se hace voluntad.


(Karen Dinesen)

domingo, 24 de mayo de 2009

UN PAR DE OCTAVAS

Se la dan al sueño con la jarana.
Son licenciosos sin pedir licencia.
Sólo aman el alba…de la mañana.
Gozan de la noche y de su demencia.
Prefieren a ser príncipes, ser ranas.
Envueltos en alcohol, humo y querencias.
La luz del día abordan con desgana.
Les dan las tres con la tranca en la cama.


Más tarde, despejada la conciencia,
en la luz del atardecer envuelta,
plasman en bellos versos su experiencia.
Todas sus golferías son absueltas.
Palabras engañosas. Las vivencias
cual sabroso crujiente nos presentan.
Misericordes con sus inclemencias.
Coherentes con sus incoherencias.

(Karen Dinesen)

martes, 19 de mayo de 2009

APATÍA

Estoy aparentemente tranquila. Hace un rato, antes de ponerme a escribir, me encontraba reclinada en el sillón sin mover ni un dedo. Ningún miembro de mi cuerpo, ningún elemento de mi rostro muestran signos de intranquilidad. No siento ni un poquito de desasosiego que sería, en cierta medida, una señal de inquietud y, por ende, de vitalidad, de vida…

Porque, qué es la vida sin inquietudes, sin mariposas aleteando en la espera, sin indecisiones que agoten tu necesidad de dar respuesta, sin alertas frente a la calma, sin cautelas frente al envoltorio engalanado de la nada, sin fe en la esperanza de transformación de los males en bienes, sin expectativas en definitiva.

Queda en el disfrute del presente, del instante...Algo que defiendo con convicción probablemente por necesidad de supervivencia. Gozar del momento. Y los hay para gozarlos. Pero no llueven como el maná. También el instante gozoso necesita de inquietudes que vayan en su busca. Y no siempre es fácil. Se camufla bajo la desidia, la apatía, la indolencia…

Y entonces el tiempo que me envuelve me niega vivir el momento felizmente. Y no lo encuentro aunque busque y rebusque entre la música que ocupa los estantes…o entre los libros sin leer que se apilan en la mesilla de noche al lado de la cama…y el escaso trozo de cielo que me ofrece la ventana podría confundirse con hormigón plastificado…y los efluvios de mi apatía debieron llegar hasta los pájaros que se albergan en los árboles escasos que alcanzo a ver, porque ellos también están enmudecidos.

Y es inevitable que me reproche mi incapacidad para el disfrute del presente que deja de serlo mientras lo pronuncio…y lo dejo escapar….porque para poder acapararlo y estrujarlo entre palabras, trinos, colores o los Conciertos de Brandenburgo, necesito la inmediatez de una expectativa. Una ilusión pequeñita, leve, breve, efímera… pero que esté esperándome mañana.

(Karen Dinesen)

lunes, 18 de mayo de 2009

BENEDETTI...

Pensé en dedicarle unas palabras. Porque las palabras son la pretensión más digna para homenajearle. Pero quedarían en una mediocre materialización de mis intenciones. Sólo decir que siento su marcha. Que el primer tomo de su “Inventario” sigue en mi cabecera y me acompañó estrechamente en un tiempo en el que yo no necesitaba de la fe para creer en la esperanza.
El mejor homenaje, sus palabras. Se fue pero nos las dejó
(Karen Dinesen)



NO TE SALVES

No te salves
No te quedes inmóvil al borde del camino

no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora ni nunca
no te salves no te llenes de calma
no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo

no dejes caer los párpados pesados como juicios
no te quedes sin labios no te duermas sin sueño

no te pienses sin sangre no te juzgues sin tiempo
pero si pese a todo no puedes evitarlo

y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados pesados como juicios
y te secas sin labios y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil al borde del camino
y te salvas
entonces no te quedes conmigo.

( Mario Benedetti)




¡BENDITOS MANDAMIENTOS!...

Pude comprobar en mi infancia cómo la voluntad de cumplir con los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia podía colocarle a una en una situación comprometida. A mí me pasó una vez al menos. Con el cuarto. Aquél que hace referencia a la obediencia y respeto a nuestros mayores y que éstos centraban el interés en resaltar lo primero creyendo tal vez (craso error) que lo segundo vendría por añadidura.

En el Colegio era un salvoconducto para las monjas frente a las alumnas rebeldes aunque no siempre les permitía obtener los resultados pretendidos. Sin embargo, con quienes funcionaba con efectividad era con aquéllas que, como la que suscribe, no necesitaban máximas, advertencias o recomendaciones al respecto. Ya que el propio rigor del contexto me amedrentaba de tal forma que surtía el efecto de anular, no mi capacidad de pensamiento, pero sí cualquier intento de llevar adelante iniciativa alguna que no fuera demandada o sugerida por la monja o superior de turno.

Fui una niña dócil en las formas. Y vulnerable. Mi pensamiento navegaba entre las aguas del pensamiento familiar, republicano y reprimido, y las bañadas por el nacional catolicismo, canalizado sin deriva alguna en el Colegio, más que la que provenía de su propia canalización.

Mi toma de conciencia de la realidad siempre fue mayor que la capacidad para generar recursos que pudieran servir como mecanismos de defensa de la misma. Tal vez eso daba lugar a una distorsión importante que desajustaba la realidad hasta límites insospechados por los adultos responsables de mi educación. En semejante marejada viví la siguiente anécdota.

Curso 1960-61. . Siete años para cumplir ocho en Julio. Cursaba estudios de iniciación (así recuerdo que los denominaban), previos al Ingreso, curso que daba acceso al Bachillerato Elemental.

Un buen día, en el aula en la que yo estaba, entró la Madre Luisa. Su irrupción en el recinto suponía la inmediata entonación de un saludo al unísono por nuestra parte, mientras nos poníamos en pie como signo de especial respeto o reverencia. Era la Madre Superiora. Entonces se llamaba así a la máxima autoridad en la Comunidad Religiosa y estaba exenta de impartir clases. Tenía más bien un trabajo de supervisión y control. Y se encargaba de presidir la entrega de las notas mensualmente e imponer las medallas (al esfuerzo, al mérito, a la victoria o la medalla de honor) que lucíamos en el uniforme durante un mes hasta la próxima entrega. Cabía la renovación y el mantenimiento, o el cambio. Éste podía llevar incluso a la pérdida de la misma si aparecía algún suspenso en la cartilla escolar. Pues bien. Entró y se dirigió directamente a la Hermana Francisca, nuestra tutora de entonces. Después de intercambiar con ella unas breves palabras, se dirige hacia dónde yo estoy sentada y me pide que salga de clase un momento.

Lo hice con el corazón encogido y, a la vez, latiendo a ritmo incontrolado. Me imagino pálida y desencajada. No tenía conciencia de haber hecho nada reprobable. Pero la sola presencia de aquella mujer ya te helaba la sangre. Un hábito negro que sólo dejaba ver las manos y un rostro alargado en el que destacaba una mirada fría y severa. La tez exageradamente blanca y la sonrisa ausente. Nunca reía ni sonreía. Al menos yo nunca presencié esa suerte.
Ya fuera de clase, en aquel pasillo ancho de altos techos, suelos de madera oscura y reluciente, con las paredes pintadas de verde caído, y ausencia total de ruidos, a pesar del alineamiento de aulas, que supuestamente albergaban vida, en una de las paredes que flanqueaban el pasillo, se dirige a mí con un tono de voz muy bajo y una sutileza que yo entonces no captaba o confundía con buena voluntad.

Después de hablarme sobre mis “lindezas”, enumerando las estupendas características que definían mi personilla, me dice lo que debo hacer cada día, cuando, en misa, acuda a recibir la comunión: ¿Qué cosa…?. Pues muy sencillo. Pedirle a Dios con fe que me concediese vocación para formar parte del ejército de monjas carmelitas. ¡Casi me da un pasmo!.

Conflicto. No tenía yo interés alguno en ser monja. Pero el cuarto mandamiento decía que debía obedecer las órdenes de mis superiores. Tenía pues que cumplir y realizar el pedido. Pero ¿y si el Señor me concedía la solicitud…? “Todo aquello que pidáis con fe os será concedido”, frase que retumbaba en mi interior pequeñito. Me vi en tal encrucijada que opté por tomar una decisión que, aparentemente, me solucionaba el problema sin incumplir mandato alguno: a partir de entonces no iría a comulgar.

Y así lo hice unos días en los que la ansiedad no sólo no desaparecía sino que iba en aumento. Ya que la medida aplicada me producía efectos colaterales. La Madre Luisa y el resto de la hermandad carmelita verían que no acudía a comulgar y querrían averiguar cuál era la causa. Tal vez, otra niña en mi situación, no se habría complicado para nada. Pero a mí siempre me hacía pensar lo que me decían. Y a algunos adultos los tomaba por algo serio… Cosas…!

Como en otras ocasiones me salvó mi abuela. Notó que algo pasaba. Me preguntó. Y una vez conocida la causa de mi desasosiego (lloraba por las noches), me dio órdenes para que siguiera yendo a comulgar si quería hacerlo. Y, por supuesto, estaba exenta de hacerle ruego o pedido alguno al Señor.
En esta ocasión di cumplimiento al cuarto mandamiento con plena satisfacción.

Con abuelas como la mía sobraba el “Séptimo de Caballería”.

(Karen Dinesen)

miércoles, 13 de mayo de 2009

NOSTALGIA


Yo no sé si la melancolía tiene muchas variantes. La mía está en la vía de la nostalgia del amor. Sí. Creo que sí. Me acompaña desde niña aunque yo no supiera entonces que lo fuera. No niña. Claro está que eso lo tenía claro. Lo que no sabía es que aquello que sentía era melancolía.

Cuando me apretaba un nudo en la garganta al ver a mi abuela alejarse mientras yo esperaba que abriesen el portón del patio escolar por el que se accedía al salón de actos dónde se proyectaban películas las tardes de los domingos…

Era en el Colegio de chicos en el que años más tarde cursó estudios mi hermano. A mí me encantaba el cine y mi abuela quedaba tranquila pensando en que no sería un lupanar un colegio de curas. Y le daba seguridad. Se iba tan contenta para volver a buscarme a la salida. En cuanto me sentaba y comenzaba la proyección, la melancolía se había esfumado. Pero hasta ese momento echaba de menos a mi abuela.

En aquel salón, frío y con bancos de madera en los que se sentaban preferentemente los muchachos del colegio que habían acudido obligatoriamente a la celebración del rosario, reservando los bancos traseros para otro público, como yo misma, pude ver una película que recuerdo gratamente: Taras Bulba. Creo que Tony Curtis era uno de los actores protagonistas y Yul Brynner otro. Pero aquellos sacerdotes que velaban por la salud del alma, también me hicieron ver “El clavo”. Una película terrorífica, en blanco y negro que recuerdo igualmente, aunque ésta no tan gratamente.

Al salir y ver a mi abuela, feliz y sonriente yo también lo estaba…


Cuando me disponía a dormir entre las sábanas, planchadas previamente por mi abuela para eliminar la humedad que absorbían durante el día, y recordaba el final feliz del cuento de hadas que acababa de leer…

El príncipe se había casado con la campesina de la que estaba enamorado después de salvar dificultades varias. Yo, mientras disfrutaba de su lectura, me adentraba en el cuento, usurpando la personalidad de la afortunada muchacha, sentía sus emociones y era completamente feliz enamorada y siendo correspondida. El final del cuento daba al traste con mi vivencia. El amor sentido se esfumaba por hoy. Y sentía cierta nostalgia de los hechos que había “vivido”. La melancolía de nuevo...

Cuando echas la vista atrás y te ves totalmente obnubilada, volcada en alma y cuerpo en aquél que fue tu Romeo. Y bien digo. Romeo. Alguien que tú imaginaste abducido por tu persona. Dedicado en cuerpo y alma a tu pensamiento. Y el tuyo absorto por el suyo… De tal forma que todas las razones que el mundo te proporciona para ser objetivamente infeliz, quedan subsumidas, relegadas, relativizadas. No es que no existan, no. Es que te sientes capaz de afrontarlas con optimismo. De comprometerte con las causas. De contribuir a difuminarlas si no puedes hacerlas desaparecer. Porque mientras ocupas tu tiempo en ello, tu pensamiento está en otro lugar. Allí dónde se encuentra tu Romeo. Y te ve y lo ves. Y eso sólo ya es aliento para hacer lo que tengas que hacer de la mejor forma. No quieres defraudarle ni defraudarte. Debes mantenerte vital, infatigable…

Recuerdos indelebles...¡Por Taranos! Lo que es esto de estar enamorada…Mantiene el optimismo sobre la vida en su cénit. Por eso cuando queda atrás o se desvanece, la melancolía se hace con el hueco.

Seguro que hay más vías para la melancolía. Pero creo que la mía está en la de la visión ausente del amor que fue o estuvo.


(Karen Dinesen)

domingo, 10 de mayo de 2009

JUEGOS PARA COMBATIR LA SOLEDAD...


Sueña conmigo un poco. Ven y escoge:
Una nube, un guijarro, un trino, un árbol…
Un trozo de color, azul cobalto,
robado a algún instante de la noche.

La hierba verde, el olor de la siega...
De arena una huella. Del mar el alma…
Con cautela ponlo bajo la cama
con todas las palabras que tú quieras.

Guárdalo en una caja de hojalata.
Y cual pirata, con parche, con loro,
con palo en la pata, mantén la guardia.

No dejes que te roben tu tesoro.
Juega con él en tus sueños de almohada
cuando abras la caja porque estés solo.


(Karen Dinesen)

viernes, 8 de mayo de 2009

DE RITOS Y LITURGIAS ( 2 )

Sin embargo, yo misma percibía en mi actitud cierta confusión que me llevó a buscar la clave: los ritos y las liturgias no estaban hechos a mi medida.

Porque en el fondo tengo que reconocerme ritualista fundamentalista, llegado el caso. Es cuando exorcizo por escrito mis sentimientos cuando tomo conciencia. Me doy cuenta entonces de cuántos elementos son objeto de adoración y culto por mi parte: el sol, los árboles, la vegetación silvestre, salvaje, exuberante, variada en formas y colores, las nubes, el cielo, el mar, la luna, los ríos, el discurrir del agua, el olor de los espinos, los trinos de los pájaros, los pájaros en sí mismos…Es para mí un placer inigualable entrar en contacto con la naturaleza. En buena compañía, estupendo. En soledad, maravilloso. Aunque con limitaciones en este caso.

En una ocasión pretendía realizar una breve caminata por el monte en un lugar poco transitado, donde los lobos suelen ser compañeros de viaje del pastoreo. Precavida, le pregunto a un lugareño sobre la oportunidad, o no, de pasear sola ante la hipotética presencia del temido depredador y me responde con sorna que las mujeres no son del gusto del lobo. Éste prefiere a las ovejas. Con esta sentencia empiezo a caminar no sin cierta inquietud.

Ya a la vuelta, atardeciendo, voy escuchando las dormideras de los pájaros, percibiendo el sosiego y la calma del momento. Mirando al cielo y comprobando como incide la luz del ocaso sobre los picachos de caliza. Los árboles aquietan sus ramas ante la ausencia de viento, dejando que las hojas se adormezcan. La agradable temperatura contribuye a la apacibilidad el momento. Me detengo y levito en la contemplación. Siento un estremecimiento. Doy mi ritual por cumplido.

Hablando de dogmas y doctrinas, llegué hace tiempo a la conclusión de que sólo acepto los dogmas que yo misma me imponga, lo que no es incompatible con el hecho de compartirlos si se diese el caso. Con los ritos y las liturgias tengo la impresión de que me ocurre lo mismo. O tal vez con el tiempo fue cayéndose el barniz...
(Karen Dinesen)

DE RITOS Y LITURGIAS ( 1 )

Cuando dejé de estrenar zapatos de charol y ondear la palma de la mano de mi abuela, paseando en silencio, entre cánticos o al ritmo de la banda, empezaron a dejar de interesarme las liturgias. O eso creí entonces.

Lo cierto es que los rituales, repetitivos, vacíos de contenido o con contenido ya visto y oído un "sinnúmero" de veces, realizados con la misma toma de conciencia con que veía y oía la introducción del NODO o escuchaba la sintonía del parte en RNE, no me estimulaban en absoluto ni provocaban en mí, reflexión o emoción alguna que me incitara a seguir participando en ellos.

Desde mis reflexiones adolescentes veía en ellos una mera expresión formal y aburrida de algo de mucha más enjundia, como es el contenido Evangélico y Bíblico por extensión, que permitía justificar a la clase sacerdotal, y a la Iglesia en general, su hipócrita actitud que desde mi joven radicalismo me resultaba tremendamente contradictoria con el predicamento, acabando esto por producirme rechazo. Di carpetazo a misas, rosarios y ritos varios, caminando desde entonces de espalda a ello.

Chamuscada por estas brasas llegué tardíamente a buscar coherencia en otras organizaciones en las que también acabé tropezando con comportamientos sectarios, concluyendo que tal vez eran los flecos de mi individualismo los que dificultaban el engranaje en contextos colectivos. Y, por ende, que yo no estaba hecha para las liturgias. Durante un tiempo utilicé el barniz anti-ritual como respuesta cuando alguien me preguntaba por qué no asistía a este o aquel acontecimiento. Actuación que parecía contradictoria con mi posición sociopolítica y mi militancia a tiempo parcial. Pero me rechinaban los goznes. ¿Liturgias? No. Gracias.

(Karen Dinesen)

martes, 5 de mayo de 2009

AL ÁRBOL



Sensaciones en su contemplación…

Siento en mi piel el roce de su aliento
lleno de vida y de muerte. De historia.
Lamento no acceder a su memoria.
No poder absorber su sentimiento.

Coquetas sus ramas, y caprichosas,
besan al aire y al cielo hacen guiños,
jugando a mantener en equilibrio
los juegos de la luz y de la sombra.

Dan paso a los claros de azul del cielo
si el sosiego del viento las modera.
El viejo tronco indica, sabio y tierno,

cómo entrar traspasando la madera.
Aunque sienta que estoy desfalleciendo
no sería cortés que aquí lo hiciera.

(Karen Dinesen)

lunes, 4 de mayo de 2009

JUGANDO CON LA "C"...

A veces me siento como una cuerda anudada (confundida, acogotada).
Otras como un paraguas sin varillas (desarbolada e inútil).
Como un desagüe obstruido o una silla sin respaldo (sin salida y apartada).
Una gala sin vestido (desarmada).
Como el ala de un sombreo. Sólo el ala… (sin sustento).
Como lluvia en un festejo (aguafiestas, simplemente).
Como parrilla en el fuego (chamuscada, llanamente).

Puede que a lo largo del día pase por momentos distintos y, en ocasiones, contradictorios en un corto espacio de tiempo de los que ni siquiera soy consciente. Unos, por la brevedad de su duración. La instantaneidad vivida pero ininterrumpida por el curso de los acontecimientos que se suceden sin que el tiempo permita un alto, hace que pueda no tomar ni conciencia mientras lo vivo. Otros porque la intensidad te envuelve y no tienes una posición cómoda que te permita contemplar la escena desde fuera, permitiendo su objetivización.

Al final del día el cansancio no facilita una reflexión lúcida sobre lo acontecido durante la jornada, salvo que la necesidad acucie. En cuyo caso los resultados de la misma no serán los idóneos pero sí los indicados por lo irremediable del “no tengo más remedio que”.

Pero afortunadamente, nada me apremia ahora y nada me apetece más que jugar un poco. La letra “C” dice que se presta a ello. Cierto. Y concierto. Consiguientemente y concienzudamente, comienzo.

Si pienso en cómo discurrió mi travesía por este lunes plomizo y frío de Mayo, probablemente no me equivoque si digo que me sentí por momentos:

Confusa.
Confundida.
Complaciente.
Contaminada.
Condescendiente.
Concisa.
Comprensiva.
Consciente.
Comprimida.
Compungida.
Comparada.
Constreñida.
Compensada.
Compasiva.
Convulsiva.
Combativa.
Conciliadora.
Concubina.
Confirmada.
Confrontada.
Conchabada.
Conmovida.
Conminada.
Convencida.
Consultada…Y
confabulada con cuantos circuléis conmigo, con cariño, por Seronda.

Caricias en los carrillos, “compas”.
(Karen Dinesen)





domingo, 3 de mayo de 2009

UN SUSPIRO...

Algunas personas tienen angustia de quita y pon. Yo no. La mía permanece siempre aunque no siempre pueda actuar impunemente.

En algún lugar de mis entretelas tiene su acomodo un generador que se alimenta de la energía que producen las frustraciones, la impotencia, la rabia, la melancolía, el desamor que sobrevuela y nos roza con más frecuencia e intensidad de la que somos capaces de enfrentar…Y con los años de andadura que llevo a cuestas tengo acumulada cantidad suficiente de energía para alimentar generadores varios.

Además, cada día la vida puede ofrecerte una amplia gama de acontecimientos para seguir sumando. Cuánta energía puede producir el conflicto Gaza/Israel, me pregunto. Por citar un ejemplo, digo…

Sin embargo, no sería justo decir que una vive angustiada. No. Porque dispongo de elementos varios de blindaje del alma. Me cuento entre los privilegiados que pueden permitirse lujazos: Tengo empleo y además me gusta lo que hago ¡ahí va eso!.Puedo disfrutar con la lectura, la música, el cine, el contacto con la naturaleza, los amigos, la familia…Me da vergüenza seguir enumerando…

Todo ello forma un muro de aislamiento en la entraña que impide que la angustia me azote de continuo aunque se filtre, a retazos, por resquicios que siempre quedan, fruto de flecos inacabados y remates imperfectos. El sector del ladrillo y la construcción, que puede acabar convirtiéndose en una cultura, crece de forma inversamente proporcional a la calidad que ofrece. No es una excepción en mi caso. A veces la fuerza de la angustia es tal, que la presión que ejerce sobre el muro hace que el blindaje acabe cediendo. Es entonces cuando el impacto es de un calibre que acaba instalándose en la entraña cual virus virulento. Y nunca mejor imagen. Acabo contagiando a quien se me acerque. Porque mi angustia es tremendamente persuasiva. Podría originar una pandemia que nada tenga que envidiar a la que se prevé con la gripe porcina.

Pero al vivir en esta parte del mundo, tengo también la fortuna de disponer de retrovirales eficaces: Mis pájaros. ¡Qué sería de mí sin ellos! Son los responsables de que mi cabeza pueda crear fantasías (otro lujo) que actúan eficazmente para combatir la angustia. Contrapartida: el cuerpo se adapta al tratamiento a la vez que van decayendo sus defensas. Y estoy en uno de esos momentos en que los retrovirales empiezan a perder efectividad. Necesito con urgencia una vacuna. Tal vez bastase con que el casquete polar que algunos tienen como víscera, se fundiese a riesgo de provocar un cambio climático. En este caso un cambio de aires, de clima, nos vendría bien a todos. Sobretodo si el viento se lleva los lodos y siguen abriéndose alamedas...
(Karen Dinesen)