domingo, 21 de noviembre de 2010

El FRUTO DEL ESPINO


Es la rama de un espino albar .Tan sólo una rama de un arbusto y encierra una belleza sin medida. La vi en Mayo, cuando el mismo brazo se ofrecía cubierto de organdí bordado con abundantes, pequeñas y aromáticas florecillas blancas apiñadas, impidiendo la visión de la madera en la rama. Era entonces el espino como una novia espléndida. Junio fue un buen mes para pasar desapercibido después de desprenderse de la indumentaria nupcial mientras daba paso y protagonismo a otros árboles, arbustos y plantas. La flor del castaño o la del fresno colgaban de las ramas cual pendientes de diseño que para sí querrían Bulgari o Swarovski...la multiplicidad de colores entre la hierba creciente...

Pero de haberle seguido la trayectoria a mi rama de espino, me habría sorprendido cada día con una novedad. La caída de los pétalos me habría permitido ver su vientre ya fecundado. Escuálido y paliducho pero con el orgullo de estar engendrando su fruto. La placidez del campo en verano a la que contribuyen el aire cálido, los aromas de la siega, los rojos atardeceres acompañados de la sinfonía que ofrecen los pájaros...esos trinos vespertinos que infunden serenidad... la algarabía fresca y madrugadora con que nos deleitan en las mañanas... son el caldo de cultivo perfecto para permitir un embarazo sosegado y facilitar un final feliz al llegar el otoño. Si hubiera seguido su preñez habría tenido una razón de peso cada día para contrarrestar las sinrazones que engendramos socialmente en la supuesta búsqueda de la verdad...Pero el tinglado, tal como lo tenemos montado, no da lugar a esa relación cotidiana. Por lo que la veía de cuando en cuando y me ponía al corriente de cómo iba evolucionando. La dejé un día en que parecía que iba a romper aguas. El cielo estaba despejado y la luna mostraba un cuarto creciente avanzado. Me fui con la esperanza de que tuviera un parto sin complicaciones. Y le expresé mi deseo de que así fuera. Volví a la semana siguiente y me ofreció el espectáculo que veis. No pude menos que ofrecerme como madrina.

K.D.

5 comentarios:

belijerez dijo...

Sinceramente enternecedor. Has bordado un buen paño. La tilde política no la pierdes y eso me encanta.
Este relato serena mi mente, hoy estrepitosa.
Preciosidad, has hecho una preciosidad.
Besabrazos, guapetona.

Alipio dijo...

Cada día me sorprende más tu capacidad de hacer un relato tan encantador de algo tan sencillo y desconocido como es una anónima rama de espino.

Si hace falta padrino, me apunto.

Saludos.

Karen Dinesen dijo...

Beli, gracias por tomar de mi pócima para serenar tu mente.
Y por tu generosidad. También gracias por tu generosidad.
Abrazos.



Alipio...¡Adjudicado el padrinazgo!
GRACIAS en nombre de la ramita de espino.
Un abrazo.

miner dijo...

Verdor nuevo los espinos
tienen ya por la colina,
toda de púrpura y nieve
en el aire estremecida.

Cuántos ciclos florecidos
les has visto; aunque a la cita
ellos serán siempre fieles,
tú no lo serás un día.

Antes que la sombra caiga,
aprende cómo es la dicha
ante los espinos blancos
y rojos en flor. Vé. Mira
Luis Cernuda

Karen Dinesen dijo...

Gracias Miner por traernos a Cernuda, que, al igual que yo, parece que también era amigo de los espinos.Aunque, evidentemente,tenga para ellos más bellas palabras.
Un abrazo.