Pensaba yo el viernes que el
escenario que nos dejará el paso, si pasa, del COVID-19 demandaría una
respuesta global...Me sigue pareciendo lo mismo. Pero hasta que se baje el
telón, los aconteceres que se suceden en lo que es la puesta en escena de este libreto,
improvisado por imprevisible, son
cambiantes cada día. Y es absolutamente necesario entrar al detalle del decorado y cómo se
mueven en él los muchos y diversos primeros actores. Los de reparto no contamos
a estos efectos...que vamos a la conga...y hay más de una. Conga, quiero decir….
Pues ya entrados en harina
me trastabillo con China. Y es que con esa capacidad que tiene para el
sincretismo, una no sabe bien si sus coreografías se mueven a ritmo de Confucio,
del comunismo, del capitalismo o del refranero
popular del que tiraba mi “güela”.
Aunque la matriz de la frase
la reclamarán muchos y dispares , Confucio está entre los creadores de la misma:”
Somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos”. Y esto lo tienen
muy claro en China. Desde el Politburó hasta el último de los 1.500 millones de chinos. Y si sumamos
aquello de que “Quién da primero,da dos veces” ya tenemos la pócima mágica para
empezar la representación.
Oigo a Ximo Puig lamentarse
de los problemas de abastecimiento de
material sanitario, fruto de la competencia en la demanda y la exclusividad de
la oferta. Solo China vende porque solo China produce. A esto se llama
capacidad de reacción…claro que los holandeses reclaman daños y perjuicios por
mascarillas inservibles…y por lo que a nosotros atañe, ya sabemos de la
fiabilidad de los test… Pero que nadie se queje de su solidaridad para con los
actuales sufridores de la pandemia (ellos parece que dicen que ya salieron)…Están
dispuestos a enviar médicos, investigadores, expertos en esto de los
coronavirus a cualquier país que así lo solicite….Así que, por lo que respecta
a la escena del momento, China encabeza la producción, el abastecimiento
derivado de la misma y la solidaridad internacional. Mejor no mirar el marcador…
En fin, que lo de la conciencia
para buscar soluciones globales al “problema” está muy bien. Pero como también decía
Confucio, u otra persona con la que interactuó a lo largo de su pensamiento,”
Lo inmediato nos puede impedir ocuparnos de lo importante”…Y esto define
otro problema, no sé si mayor pero
, de más difícil solución en la medida
en que atañe a lo que somos cada uno de nosotros… de nuestro sentir… nuestro
pensar… nuestra forma de ver la vida y al otro.
En el contexto en el que
actualmente estamos inmersos es obvio que “lo inmediato” y “lo importante”
pueden identificarse y/ o solaparse si pensamos que “lo inmediato es lo importante”
o “lo importante es lo inmediato”. En ambos casos es necesario
añadir “qué cosa es” para poder empezar a entendernos. Seguro que todos
(incluida China) estaremos de acuerdo en que lo “importante” es salvar vidas.
Si seguimos avanzando en los “porqués” y los “paraqués” podríamos entrar en
terreno resbaladizo…Nadie diría públicamente que existen intereses espurios en
nuestra defensa de la vida del ser humano… porque a la hipocresía le pasa como a la soberbia… que
va en nuestro ADN… y nuestra moral, últimamente, viene a ser “ la doble” que no “el doble”… Y todos
sabemos que la doble moral asume sin ruborizarse el contar mentiras tralará y
acabar creyéndonoslas.
Y así puede pasar que algunos,
muchos en número aunque sin limosnera, tengan una dimensión humanista que les haga
sentir la necesidad de salvar vidas, por el amor a la vida y al prójimo como a sí
mismos sin más, siendo este un noble fin. Pero otros, menos pero con la
limosnera a rebosar, desean salvar vidas porque la vida se defiende,como Dios manda, por encima
de todo, y sobre todo si con las vidas se recuperan también los “productores”,
tan necesarios para mantener el vivir y el bienestar de todos (de unos más que de otros como es natural...). Objetivo también
muy noble. Y en este, también está China, dándolo todo. Pero mejor lo dejamos aquí y no entramos al
detalle. Que lo inmediato no nos haga olvidar lo importante.
#Quédate en casa
Victoria