domingo, 6 de marzo de 2011

JULIA Y LA LIBERTAD...


Estoy sentada fuera de casa, cerca del hórreo, dejando que el sol me dé en el rostro. El resto del cuerpo permanece al abrigo del viento helado que traen las cumbres circundantes, en las que la nieve es aún abundante.

Escucho los trinos de los pájaros a los que el sol empuja a canturrear y el silbido de alguna ráfaga deshilachada de viento que se cruza de cuando en cuando. Siento el calor y la intensidad de la luz que proporciona el día totalmente despejado , cuyo cielo , de un azul intenso y luminoso, intuyo con los ojos cerrados.

Estaba en este goce cuando escucho la voz de Julia…”Ya sabía yo que estabas tú al sol”. Abro los ojos y le doy los buenos días.

Julia es una de los ocho vecinos que viven en el pueblo durante todo el año. Ella y Secundino, ella setenta y tres años y él ochenta y dos, tienen hijos en Oviedo y Gijón y podrían desplazarse a la ciudad para invernar. Sin embargo, la ciudad no es para ellos. Conviven con las nevadas al calor de la cocina de carbón y la ayuda de unas madreñas si tuvieran que “calechar”…que es como Julia se refiere a callejear el pueblo.

Se sienta en una de las sillas que hay desperdigadas por la corralada y me da un ratito de conversación. Breve. Es Julia culo de mal asiento. En su charla se refiere a la planta de romero que planté el pasado año. Observa cómo ha crecido y me comenta que el romero crece a su antojo sin definir una estructura de crecimiento. “Tan pronto paez que tien forma como se abren las ramas desparramándose enteru”…Me cuenta que Secundino quiso controlar el crecimiento de una planta de romero y ató las ramas con una cuerda para evitar que se abriesen. Pero sólo consiguió que el romero se muriese. Y sentencia…”El romero quier ser libre”…Ya estaba en pie mientras decía estas palabras y echaba a andar camino de su casa cuando yo en respuesta comenté…”Como las personas, Julia”. Entonces frena la marcha, gira hacia mí y en un tono que parecía indicar desconocimiento,como si hubiera ocurrido algo y ella no se hubiera enterado, me pregunta: “Las personas somos libres, ho?”…Maticé, “queremos ser, Julia… queremos ser”. Vuelve a sentenciar: “Ah, eso ye otra cosa. Voy tomar un caldo. ¿Quies que te traiga un caldín?”…Respondo: “Gracies, Julia. Ya voy yo a buscalu”.

K.D.

3 comentarios:

belijerez dijo...

Que suerte tienes, amiga. Es la simplicidad de la naturaleza lo que necesitamos para ser felices. Una persona que te haga sentir el abrazo de la vida, un caldu.....y ya está.

Ya quisiera yo tener la mitad de tu libertad.
Disfrútala. Yo estos días estoy triste y tengo que gestionarla para salir de ella.

K.D. dijo...

Beli...mis mejores deseos para tu gestión.Saldrás adelante. Siempre lo haces.
Un abrazo

miner dijo...

Julia ye una persona sabia.Guapa entrada. Animo Bely.
Saludos