Me gusta el deporte como
espectáculo, priorizando los deportes de equipo y el atletismo.
Esta mañana tuve la ocasión de
contrastar la reacción de los y las atletas que compitieron en las carreras de
clasificación para distintas pruebas.
Dos ejemplos me bastan para
expresar lo que pretendo: la jamaicana Fraser- Prycer y Natalia Romero.
Fraser-Prycer, una de las
aspirantes al pódium de los 100 metros, no pudo evitar reflejar en su rostro la
rabia, frustración y no me atrevo a apuntar otros sentimientos más dañinos
(estos ya lo son suficientemente), cuando su compatriota Elaine Thompson entró
en meta antes que ella por centésimas. Por supuesto que se clasificó pero eso
no era bastante para sus pretensiones en la competición.
Sin embargo, me produjo gran
satisfacción la alegría de Natalia Romero. Estaba feliz y se reflejaba en su
rostro, pese a la mascarilla, cuando le preguntaban por su actuación en la
serie de semifinales de 800 metros en la que entró en último lugar y rezagada,
dando así al traste con su clasificación para la final. Estaba radiante, muy
contenta…satisfecha de su trayectoria en estos juegos de 2020 que se celebran
en el 2021. Y así se explicaba ante las cámaras hablando de la emoción que
sentía por haber llegado a la semifinal y , fundamentalmente, por haber batido
sus propia marca.
Nunca pude entender el
llanto de los subcampeones de cualquier competición de fútbol cuando no ganan
la final…es dramático si lo piensas…¡Lo que darían muchos por estar en su
lugar!
Cuando comenzaba el curso
con un nuevo grupo de alumnos y alumnas, después de un intercambio relajado de
comentarios para entrar en conocimiento del nuevo contexto y romper hielo,
pasaba a explicar algo que me parecía importante.
Trazaba en la pizarra dos
líneas verticales separadas por un metro aproximadamente. La situada a la
derecha representaba la línea de meta. El lugar al que se supone deberíamos
(deberían) llegar al final del curso. Y la de la izquierda, el punto de
partida. No obstante, era muy importante aclarar que NO TODOS (AS) nos
encontramos en el mismo punto de partida.
Seis puntos me bastaban para explicarles la situación. Alguno de ellos partía
de un lugar adelantado respecto a la línea de salida. Otros, podían estar más
cerca, o incluso en la propia línea. Y era preciso tomar conciencia
de que siempre quedaban unos poquitos que no habían llegado a la meta en el
curso anterior y, consecuentemente, partían de un lugar retrasado respecto a la
línea señalada como lugar de partida. El grupo de niños(as) es heterogéneo, con
distintas aptitudes, capacidades, inclinaciones, circunstancias familiares…
Tras el trazado del campo y
señalados los puntos, realizaba una trayectoria horizontal para cada uno de los
puntos. Algunos pasaban la línea de meta con holgura, otros se quedaban justo
en ella y el resto no llegaban. Ya me encargaba yo de hacer lo posible para que
TODOS(AS) pudiesen advertir que los que se habían pasado la línea de meta ,
habían partido de un lugar mucho más avanzado y, por el contrario, quiénes no
habían llegado habían iniciado su trayectoria desde un punto mucho más
retrasado.
Por último, se trataba de
comprobar las distintas líneas que definían la trayectoria de cada uno de los
puntos y, felizmente “veíamos” como el punto que había hecho un mayor recorrido
era uno de los que no habían llegado a la meta, mientras que alguno de los que
superaron ampliamente la misma tenía un recorrido mucho menor, habiendo partido
de un lugar más avanzado.
La mejor competición es la
que se establece con uno mismo. La mejor forma de ver nuestros avances es contrastando nuestra
trayectoria a lo largo del tiempo. Eso nos dará satisfacción con toda seguridad.
Tratar de llegar a dónde están otros o intentar adelantarlos puede llevarnos a
la frustración. Competir es disfrutar con otros en la cancha de juego midiendo nuestras
propias posibilidades sacándoles todo el jugo del que seamos capaces. ¡Y a
disfrutar pese a entrar en último lugar!
Y acabo, felicitando a Pedro
de Silva por su billete de hoy. Me produce gran satisfacción comprobar como,
con la edad, es capaz de dar lo mejor de sí mismo, expresando lo que piensa sin
tapujos. Y, en este caso, le aplaudo.
Buenas noches y que La Fuerza nos acompañe