martes, 27 de septiembre de 2011

BEDRI....

Calculo que Bedri tendría unos 52 o 53 años. Mi padre tendría a día de hoy, 87. La diferencia de edad no fue un obstáculo para que se estableciese entre ellos una entrañable amistad.

Mi padre, introvertido y tímido, no era muy dado a comunicar sus experiencias. Y menos aún si se tratataba de vivencias de infancia y juventud. Gratas algunas. Aquéllas que afectaban a su mundo más reducido e íntimo: el familiar, el laboral. Ingratas, otras. Todas las que se enmarcaban en el contexto público del marco franquista en el que vivió como hijo de republicano fusilado. Muchos de sus pensamientos y experiencias se mantenían al albergue de su introversión.

Bedri, que compartía con él la visión ideológica del mundo y de la vida, era tranquilo, prudente...pero a la vez tenía el verbo fluído. Era buen conversador, dado su interés por cuanto le rodeaba y la amplitud de información que acumulaba. Y tenía un don especial para centrar el interés de quiénes a su alrededor se movían en los asuntos que planteaba como debate, reflexión o simplemente como ameno relato de experiencias propias o ajenas. Su dejar hacer sin presionar supo captar a mi padre hasta el punto de que Bedri resultó ser un excelente confidente para mi progenitor. Juan Bedriñana, conocido por todos como Bedri, sabía más de la vida de mi padre que yo misma. Él me puso en conocimiento de experiencias vividas por mi padre... de sus sentimientos...e incluso, gracias a Bedri y a la casa de su "güelu", disfrutábamos viendo con qué sencillas cosas mi padre alcanzaba pleno disfrute. Fueron muchas las horas que compartieron. También el goce que los instantes compartidos les proporcionaban. Papá le debía mucho a Juan y yo me siento por ello en deuda con él. No supe nunca cómo saldar la deuda. Más de una vez hablamos sobre la necesidad de vernos con el objetivo de que me pusiera al corriente de cosas que él sabía y yo ignoraba. Llegué tarde. Nunca llegamos a concretar la cita...
Bedri se fue definitivamente ayer. Demasiado pronto. Y se llevó con él los secretos que mi padre depositó en su confianza.
Gracias Bedri. Por todo.

K.D.

P.D. Intenté subir fotos de papá con Bedri pero no me lo permite el ordenador.Lo intentaré en otro momento.


1 comentario:

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

Muy bien.
Todos sentimos alguna vez esos mismos sentimientos, aunque, por suerte, no nos hayan fusilado a nadie.