. Muestra evidente de que a veces la muerte puede reflejar belleza. Al menos en las hojas y en los primeros instantes del deceso. Mantienen el color cálido, la textura tierna…y en la medida en que el tiempo deja caer su peso sobre ellas, se vuelven multiformes y ligeras, reconfortando igualmente los sentidos de quién sobre ellas camina, acompasando las pisadas con el ruido paradójicamente acogedor del rigor mortis...
Karen Dinesen
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